El mal uso de la tierra
Se observan tierras yermas, estériles o sin uso apropiado en espacios aptos para el cultivo. Ello se debe a la falta de manos que se ocupen de ellas con voluntad y sabiduría agrícola para producir alimentos
Se observan tierras yermas, estériles o sin uso apropiado en espacios aptos para el cultivo. Ello se debe a la falta de manos que se ocupen de ellas con voluntad y sabiduría agrícola para producir alimentos
Se observan tierras yermas, estériles o sin uso apropiado en espacios aptos para el cultivo. Ello se debe a la falta de manos que se ocupen de ellas con voluntad y sabiduría agrícola para producir alimentos
Jóvito Valbuena Gómez*
El tema es amplio, complejo y variado. Es amplio porque se corresponde con el mal aprovechamiento de los recursos naturales. Es complejo por las múltiples causas y consecuencias naturales y humanas que se revierten en contra de sí mismas.
Es decir, el mal aprovechamiento de los recursos afecta negativamente tanto al paisaje natural como a los seres vivientes que lo intervienen mal. Es variado porque el uso de la tierra o espacio geográfico apto para la producción de alimentos y satisfacción de las otras necesidades humanas, incluye todas las actividades económicas: agricultura, ganadería, pesca, caza, explotación forestal, industria, comercio, transporte y servicios en diferentes lugares.
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Pero el asunto esencial del tema es el agotamiento de los suelos, aguas, bosques, paisajes y su biodiversidad que pudieran ser renovables y sustentables si la gente los respetara, no los maltratara, e hiciera de cada uno de ellos, elementos fundamentales para satisfacer necesidades y vivir bien con la esperanza de hacer larga la vida de todas las generaciones.
Los cambios climáticos mundiales y regionales y las sequias prolongadas, como la actual, afectan la producción de alimentos, pero las malas prácticas agrícolas son igualmente responsables. Ahora que el verano aprieta, en esta parte de los Andes y del sur del lago, es oportuno observar lo que exponemos. Además del color amarillento y terroso del paisaje agrícola y de la sequia de los ríos, pueden verse los lunares dejados por la erosión de terrenos mal cultivados o deforestados en vertientes y montañas productoras de agua.
Aún más, se observan tierras yermas, estériles o sin uso apropiado en espacios aptos para el cultivo. Ello se debe a la falta de manos que se ocupen de ellas con voluntad y sabiduría agrícola para producir alimentos. Yendo a ejemplos del entorno observen, amigos lectores, el mal estado que evidencian las cuencas y valles de los ríos Mocotíes, Escalante, Chama y el piedemonte andino – lacustre a lo largo de la carretera Panamericana.
Luego de observar, cualquiera de ustedes puede reflexionar diciendo: ¡Caramba! Ahora es cuando hay tierras buenas y disponibles para producir y vivir bien.
No sé si estarán de acuerdo, pero particularmente opino que tanto el mal uso de las tierras como la falta de ocupación apropiada de tierras aptas para el cultivo, no sólo es culpa de las malas políticas oficiales. También es culpa de los propietarios u ocupantes por irresponsabilidad ambiental, por apatía, descuido y pereza.
*Geógrafo – jvalbuena_2000@yahoo.com