El año pasado 1.180 personas fallecieron en accidentes de tráfico en España. Una cifra inadmisible, que pasa desapercibida al acostumbrarnos al goteo de noticias sobre accidentes. Por suerte, cada vez somos más responsables cuando vamos en coche. Nos ponemos el cinturón, ajustamos los retrovisores y utilizamos correctamente las sillas de bebé. Una vez en marcha, respetamos la velocidad […]
El año pasado 1.180 personas fallecieron en accidentes de tráfico en España. Una cifra inadmisible, que pasa desapercibida al acostumbrarnos al goteo de noticias sobre accidentes.
Por suerte, cada vez somos más responsables cuando vamos en coche. Nos ponemos el cinturón, ajustamos los retrovisores y utilizamos correctamente las sillas de bebé. Una vez en marcha, respetamos la velocidad y nos olvidamos del móvil. Porque sabemos que estos gestos son fundamentales para reducir las víctimas.
En la Semana de la Movilidad que hoy comienza, desde Greenpeace recordamos que la contaminación es responsable de 38.600 muertes prematuras al año en España, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Una contaminación que en las ciudades está provocada, sobre todo, por el tráfico rodado.
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Pero los accidentes no son lo único que mata sobre ruedas.
Pese a que la evidencia científica vincula al tráfico enfermedades como el asma o la bronquiolitis, los gobiernos ignoran a estas víctimas invisibles en sus políticas de movilidad.
El próximo viernes comienza la Semana Global de Acción por el Clima, que culminará el 27 de septiembre con numerosas manifestaciones en todo el territorio para exigir medidas urgentes frente a la crisis climática. ¡Únete!
Las inversiones públicas siguen priorizando al coche frente al resto de transportes limpios. Y las medidas frente a los picos de contaminación se limitan, como mucho, a leves restricciones en zonas concretas.
Por eso, en Greenpeace exigimos a los fabricantes y a los gobiernos medidas más eficaces que garanticen un aire limpio para todos y todas. Durante 10 años seguidos hemos superado los límites de contaminación fijados por la UE, que son un derecho ciudadano de obligado cumplimiento.
Los fabricantes de coches nos han defraudado, vendiendo coches más contaminantes de lo que afirmaban. Y hay políticos dispuestos a desmontar las pocas medidas que se han mostrado efectivas, como ha sucedido este verano con Madrid Central.
Una cuestión que no solo afecta a nuestra salud. Las emisiones del tráfico agravan la crisis climática a la que nos enfrentamos. La semana pasada descubrimos que los fabricantes de automóviles son responsables del 9% de las emisiones de efecto invernadero.
Y aún así, las marcas estiran el final del diésel y la gasolina. El lobby del motor presiona al Gobierno para que no prohíba los coches contaminantes en 2040.
Como si 20 años no fueran suficientes para una transición que, según la ONU, debe ser inmediata si queremos frenar el calentamiento global por debajo de 1,5 ºC para salvar el planeta.
Frente a la irresponsabilidad de la industria, nosotros también podemos reducir nuestro impacto. Reducir el uso del coche al mínimo imprescindible, apostar por el transporte público y caminar en trayectos cortos está en nuestra mano.
Unos hábitos saludables que muchos ya practicamos en un país donde la mayoría de los desplazamientos se realizan en modos sostenibles.
Porque que en España mueran más de 1.000 personas al año por accidente de coche es inaceptable. Pero que lo hagan casi 40.000 por su contaminación, lo es aún más. //Autor: Adrián Fernández Carrasco