La presencia de Elba Rangel, en el municipio Alberto Adriani destaca como una líder femenina, que logra sobresalir en una sociedad caracterizada por la preeminencia masculina en el campo de la política y del sindicalismo. Es la primera mujer concejal del municipio Alberto Adriani y posteriormente será la primera en liderar un sindicato de trabajadores tanto en el municipio como en la entidad merideña.

Eudes José Blanco Prieto*

 

María Elba Rangel Peña, fue y seguirá siendo una mujer extraordinaria. Compartió junto a sus pares masculinos liderazgo político y social, en un momento que estos imperaban de manera absoluta en estos campos.

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Nace esta osada mujer en Mucutuy, pueblo del sur del estado Mérida, el 10 de febrero de 1936. Sus padres Guillermina Peña y  José Antonio Rangel Rivas. Al trasladarse sus padres a la población de Lagunillas del estado Mérida, ella cursa y finaliza ahí sus estudios de primaria y al perder a su madre siendo una niña asume la atención de sus hermanos menores.

A los  diecisiete años, específicamente en abril de 1953, arribo a El Vigía, colabora con su papá atendiendo un restaurante que se encontraba ubicado en  el sector el Tamarindo. Al año y hasta 1958 se desempeñó como enfermera practicante en Santa Bárbara del Zulia. En 1959 ingresa como empleada de la Cervecería Zulia, en la cual laboró hasta la desaparición de la empresa.

La Política y el sindicalismo

Elba inició su lucha política y su militancia en las filas de Acción Democrática, luego de la caída del  régimen perejimenista, hasta 1.967, cuando pasa a constituir el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), donde militó hasta su muerte ocurrida en El Vigía el 23 de julio del 2006, a la edad de setenta años.

Su accionar político la llevó a sus treinta  años de edad, ser asignada para la Junta Administradora del Concejo Municipal, presidida por Arturo Rodríguez  e integrada además  por los concejales: Oscar Lujano, Orosmán Rojas, Héctor Amable Mora, Ángel Callejas y el Dr. Josué Ramírez Barrientos, como principales y como suplentes: Miguel Belandria, Antonio Mora, Lucio Molina, Orlando Quintero y Gonzalo Gutiérrez. Su postulación fue apoyada por Acción Democrática. Tres años después en diciembre de 1968,  sale electa concejal, pero esta vez con el apoyo del Movimiento Electoral del Pueblo, convirtiéndose así en la primera concejal del Municipio.

Es interesante destacar la percepción que Elba tuvo de los dos momentos, en el caso de Junta Administradora consideraba que: “…todos éramos aprendices y tratamos de hacer por el Distrito todo lo que podíamos”. En cuanto al segundo, es decir, al concejo municipal comentaba que: “… a partir de acá es cuando comienzan las pugnacidades dentro del Concejo para no hacer nada por el pueblo”.

Su madurez política la llevó a ser crítica  y pensar que  los organismos de poder gubernamental no habían cumplido con sus funciones y las causas de esta situación se las adosaba a los intereses personales, la no preocupación de la colectividad y no ver los problemas como un asunto integral. Esta reflexión la llevaba a formular la receta de una concepción política para la eficiencia: “…resolver los problemas sociales del pueblo, trabajar en comunidad y no parcializándose políticamente”.

Llego a tener y practicar un claro concepto del sentido democrático y de la alternabilidad como su principio básico. Por ello que expresará: “Yo siempre he pensado que uno pasa de moda como todas las cosas y que nosotros tenemos que darle oportunidad al que viene atrás que lo puede hacer mejor que nosotros”.  Por supuesto que esta posición no era indicadora de conformismo o pasividad, ya que según ella si nadie asumía ese rol, pues no quedaba  otra alternativa que continuar en la actividad política.

Por otra parte, la actividad sindical,  la destacó y la llevó a ganarse el respeto, en un campo que era de accionar exclusivo para los hombres. Su imagen de dirigente sindical, estuvo signada por un sincero compromiso con sus representados gremiales, quienes tuvieron en ella una confiable defensora de sus intereses y una combatiente luchadora de sus reivindicaciones.

En este campo impuso dos valores tan necesarios hoy: el apego a la verdad y la honestidad, los llevaba a extremos sin iguales, su palabra,  sus compromisos y promesas, tenían todo el aval de su responsabilidad, de ahí que serian cumplidos  con toda seguridad. No es sorprendente ni producto del azar que haya  impulsa el Sindicato de la Bebida en El Vigía, para luego  llegar a presidir dicha organización en el estado Mérida.

En las postrimerías de su vida, instala en el aeropuerto Juan Pablo Pérez  Alfonso, una pequeña librería, incorporando así a la política y al sindicalismo, el cultivo a la cultura, y es que Elba Rangel, perteneció a una generación que desde su adolescencia hasta su muerte, soñó con la grandeza del pueblo que la cobijo: El Vigía.

* Historiador – eudesblanc@gmail.com