Un adiós vigiense al pintor zuliano José Ramón Sánchez
Publicado el 16/11/2016
Por Jose Rodríguez
Desde la tierra cálida de El Vigía, sus amigos pintores y poetas, despiden a José Ramón Sánchez, a sabiendas que seguro se fue a buscar el más puro surrealismo más allá de la vida terrena, en los confines de la eternidad.
Desde la tierra cálida de El Vigía, sus amigos pintores y poetas, despiden a José Ramón Sánchez, a sabiendas que seguro se fue a buscar el más puro surrealismo más allá de la vida terrena, en los confines de la eternidad.
Hace dos años, los días 5,6 y 7 de diciembre de 2014, el artista plástico zuliano José Ramón Sánchez, dispenso una visita a sus amigos pintores de El Vigía, en ese compartir además de los pintores: Julio Romero, Freddy Marcano y Sergio Rondón, se sumaron al bacanal cultural, el irreverente Alberto Rodríguez y el historiador Eudes Blanco.
Esa visita, fue planificada ante la presencia de lo inevitable y es que estaba motivada ante la certeza inminente de lo cercana que estaba su muerte, pues ya sabía el delicado estado de su corazón, el cual dejo de funcionar el pasado lunes 14 de noviembre en horas de la tarde en Los Puertos de Altagracia del estado Zulia.
José Ramón Sánchez, nació en Maracaibo en 1938. Entre 1956 y 1959 estudió pintura en la Escuela de Artes Plásticas Julio Árraga, en Maracaibo. Más tarde ingresa a la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas de Caracas, donde estudió por algún tiempo, hasta 1961, año en que viaja a París, donde prosigue sus estudios hasta 1965. En 1963 exhibe en la colectiva «Pintores Latinoamericanos en París». En 1965 está de regreso en Caracas y enseña en una escuela de artes plásticas de Maracaibo.
Vuelve a Francia en 1968 y es invitado por los surrealistas a intervenir en una serie de exposiciones en varias ciudades de Europa. Retorna a Venezuela en 1974. Desde 1977 hasta 1989 estuvo residenciado en los Estados Unidos.
Es reconocido como uno de los principales artistas plásticos venezolano enmarcado en la corriente surrealista, tan es así que el entonces mito viviente del movimiento surrealista, André Bretón, solicitó conocerle, para alentarlo y decirle unas cuantas cosas que él, modesto y sencillo como era, prefirió mantener en bajo perfil.
Desde la tierra cálida de El Vigía, sus amigos pintores y poetas, lo despiden a sabiendas que seguro se fue a buscar el más puro surrealismo más allá de la vida terrena, en los confines de la eternidad.
El árbol de Tamarindo, considerado el primer símbolo histórico-natural de la ciudad de El Vigía, el cual estuvo ubicado en lo que es el epicentro de esta joven urbe y tuvo un extraordinario valor en la construcción de la identidad del municipio Alberto Adriani.