El doctor Ananías Márquez, colocó en la hermosa voz de Mirla Castellanos la expresión «Que El Vigía nació en Paris y lo trajo la cigüeña, y en una cuna de amor entre rieles la dejó, en las tierras de García Varela». Preciosa letra del tema musical Mi ferrocarril, muy poética, pero que visto desde una perspectiva histórica, expresa una realidad no tan idílica del origen de la ciudad de El Vigía.

Eudes J. Blanco P.*

El 30 de junio de 1986, se registra la celebración del matrimonio en Paris de Carlota Guzmán Blanco, hija del presidente Guzmán Blanco, con el  Duque de Morny, sobrino de Napoleón III. Al celebrarse 130 años de este acontecimiento, es necesario destacar como este hecho está vinculado con la historia de la ciudad El Vigía.

La expresión de que “El Vigía nació en Paris”, si bien la inmortalizó el Dr. Ananias Márquez, en una canción de su autoría “Mi ferrocarril”, interpretada por la primerísima Mirla Castellanos, no deja de ser menos cierto que la construcción de la frase le pertenece a Ernesto Santiago Majo, recopilador histórico del municipio Alberto Adriani, y está proposición, está sustentada en el hecho que un año después del matrimonio de su hija, el 25 de julio de 1887, Guzmán Blanco firmo con su yerno un contrato para la construcción de un ferrocarril cuya pretensión inicial tenía como recorrido la ciudad de Mérida al Lago de Maracaibo, contrato que es el punto de partida del origen del ferrocarril Santa Bárbara del Zulia – El Vigía, que es a su vez la génesis de la ciudad de El Vigía.

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El contrato con el Duque de Morny es producido en La Casa Amarilla con la presencia del Presidente de la República: Guzmán Blanco y refrendado por José Cecilio Castro, ministro de Obras Públicas y el contratista. Fue aprobado por el Congreso el 30 de julio de 1888. En su artículo 1 establecía: «El Gobierno de Venezuela concede al contratista el derecho a construir un ferrocarril de Mérida al Lago de Maracaibo, bien sea canalizando el Chama o yendo al Escalante; o cualquier otro río navegable».

Los logros de este contrato fueron parciales y como lo refiere el escritor Guerrero Lobo, en su novela Titolino: «Fue sólo hasta 1888, que llega la compañía Francesa de Ferrocarriles Venezuela, a Santa Bárbara para realizar el trazado de la vía férrea…» aun cuando, en el contrato en su artículo 2 establecía: «El contratista se obliga a empezar los trabajos del ferrocarril y la canalización del rio en caso de ser necesario, dentro de un año a contar de esta fecha y terminar la línea tres años después de este plazo».

Otro aspecto que expresa el no éxito del contrato del Duque de Morny, se pone en evidencia cuando el 16 de abril de 1891, el Estado venezolano firma otro con el señor Charles Weber, representante de la Compañía de Ferrocarriles Venezolanos y que no es más que un acto reformatorio del 25 de julio de 1887.

El aspecto más relevante de este contrato lo establece el artículo 1 cuando expresa: «La concesión quedará limitada a la primera sección de 60 kilómetros, que se extenderá de Santa Bárbara hasta el camino real en un punto distante un kilómetro del Vigía en cuyo punto terminará la línea». Los resultados de este se vieron alcanzados cuando un año después el 28 de julio de 1892, se realiza el primer recorrido oficial del ferrocarril Santa Bárbara-El Vigía y la línea es inaugurada oficialmente el 1 de mayo de 1893.

Independientemente del valor histórico del ferrocarril en la configuración de la aldea El Vigía, se comparte el criterio del escritor Guerrero Lobo en cuanto a que el ferrocarril Santa Bárbara del Zulia-El Vigía “fue un acto vulgar y silvestre de corrupción de Guzmán Blanco”. Se pone en evidencia el nepotismo familiar en la gestión gubernamental, tan en boga también en la actualidad.

Partiendo del comentario de Guerrero Lobo en cuanto a que: “De Carlota como hija mayor y la preferida de su padre, él se preocupó y ocupó hasta de su matrimonio”, de ahí que no sorprenda que la haya casado con un duque arruinado, para introducirla en el ambiente de la aristocracia europea.

Napoleón Pisani Pardi (2011) es más explicito al vincular el matrimonio con el negocio familiar: “la boda se llevó a cabo, nada más y nada menos, que en la neoclásica y elitesca iglesia de la Magdalena en Paris”, esta boda le costó al estado venezolano la cantidad de 1.200.000 bolívares, solo en el compromiso de la dote. En Paris creó Guzmán la Compañía Francesa de Ferrocarriles Venezolanos, en la que le dio una buena participación en este negocio a su ex-arruinado yerno, el duque de Morny. “La historia conoce los graves daños económicos causados al país por esta Compañía…”

Y es que es casi seguro que Morny no invirtió ningún dinero en la Compañía Francesa, ni el proyecto del ferrocarril, ya que su situación económica era muy precaria y esto se puede comprobar que para el momento de la muerte de Guzmán (1899) este le había entregado a su yerno en calidad de préstamos una cantidad que llegaba a 108.877 bolívares. Sin lugar a dudas que el contrato Guzmán – Duque de Morny, resulto un “guiso”, por ello que se considere el mismo como el primer acto de corrupción del municipio Alberto Adriani a lo que se suma su carácter monopólico, que será tema de una próxima entrega.

* Historiador – eudesblanc@gmail.com