Dudé en la definición de este título, que bien pudiera ser Mujer campesina, porque a mucha gente no gusta que así la llamen. Esas cosas pasan en nuestro país porque el trabajo del campesino o del productor del campo lamentablemente no se valoriza igual al trabajo del citadino

Jóvito Valbuena Gómez*

Dudé en la definición de este título, que bien pudiera ser Mujer campesina, porque a mucha gente no gusta que así la llamen. Esas cosas pasan en nuestro país porque el trabajo del campesino o del productor del campo lamentablemente no se valoriza igual al trabajo del citadino. Ni el campo recibe de la administración pública el mismo trato y atención de la ciudad. Por tanto, la minusvalía del campo contribuye a la pérdida del orgullo campesino y, entonces, al definirse el término se recurre a eufemismos como el que ahora uso de título.

En todo caso, alejado de la controversia en la definición aludida, queremos aquí hacer honor al trabajo de la mujer en el campo agrario, cualquiera sea la actividad productora que realice. Porque la mujer del campo está a la par del campesino agroproductor, bien sea conuquero, finquero, hacendado o empresario del campo. Con propiedad lo digo, no porque lo observe a diario, sino porque también soy campesino productor agrícola.

Haga un comentario

Haga clic en este recuadro e inicie o mantenga una conversación de este tema, interactúe con los demás.

Desde siempre se creyó que la mujer era sólo amante compañera de los oficios del hogar. Parir, criar muchachos y atender al hombre era su destino. Hace tiempo el gobierno nacional les prestó atención mediante programas de puericultura, cocina y otras labores del hogar. Pero se olvidó del estimulo que merecían en estudio y formación integral para el trabajo agropecuario. Años después, con la expansión de la educación venezolana, la mujer se incorporó a las escuelas técnicas y universidades, pero se quedó con su familia en las ciudades.

Otra hubiera sido la historia si la formación técnica y universitaria hubiese sido paralela a la atención del campo, a su desarrollo agropecuario y agroindustrial. La mujer hubiera vuelto al campo, a sus raíces, porque las oportunidades de trabajo agropecuario se lo hubiesen permitido.

Lamentablemente todavía no ha ocurrido así. Venezuela continúa urbanizándose en detrimento de la población rural y al campo no llegan la educación, la tecnología, ni los servicios que reivindiquen y honren el trabajo del campo.

Por tanta desatención e ineficiencia oficial, todavía son muchos y extensos los sectores rurales donde la vida campesina continúa como en antaño. Y en medio de ellos, para orgullo campesino y de la nación amante del campo, del terruño, de la gleba, como gustaba decir al poeta Julio Emiro Duque, está la mujer con instrumentos de labranza en mano, trabajando tanto como el hombre, en la producción agrícola y sostén del hogar para bien del desarrollo agropecuario nacional.

* Geógrafo – jvalbuena_2000@yahoo.com

 

ZEA TIERRA DE HORIZONTES