¿Porque la planificación urbana? Algunos retos para la planificación urbana en los próximos años
La planificación urbana surgida a mediados del siglo XIX como disciplina, fue ideada por el arquitecto catalán Idelfonso Cerda.
La planificación urbana surgida a mediados del siglo XIX como disciplina, fue ideada por el arquitecto catalán Idelfonso Cerda.
La planificación urbana surgida a mediados del siglo XIX como disciplina, fue ideada por el arquitecto catalán Idelfonso Cerda.
En artículos anteriores abordamos la necesidad de planificar la ciudad, pues de este factor depende en gran medida el buen desempeño de su funcionamiento. En ello interviene aspectos como la movilidad urbana, la accesibilidad a servicios y equipamientos, el uso del suelo urbano y su disponibilidad. La calidad y accesibilidad a infraestructuras como redes de agua potable y servidas, manejo de residuos y desechos sólidos.
Más allá de la planificación urbana, la ciudad como espacio construido y realidad social en los albores de este siglo XXI (después de casi tres siglos de industrialización), se ha convertido por un lado, en la forma preminente de ocupación del territorio del planeta, pero también se constituye tal vez, en el hecho social más importante, pues su influencia tiene un enorme impacto en la cultura y sus diversas formas de manifestarse, esto es la educación, las artes, la economía, la política, la tecnología y las ciencias.
Así mismo, el proceso urbanizador (las formas de producir ciudad, referidas por Salvador Rueda), durante buena parte del siglo XX y lo que va de este siglo XXI, ha dejado su huella; lo que en la teoría económica se denomina externalidades (positivas o negativas), define el fin de los ciclos urbanos.
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Ello se manifiesta por ejemplo, en las enormes ganancias generadas por el negocio inmobiliario, producto de la atomización en el uso del suelo (externalidades positivas). Pero también, en los impactos en el medio físico natural (generación de residuos y desechos sólidos, líquidos y gaseosos), que se constituyen en externalidades negativas. Como lo refiere Fernando Sabatini, dichas externalidades presentan un enorme desbalance social, pues por un lado, mientras las externalidades positivas se privatizan, por otro lado las negativas se socializan.
Como vemos la ciudad nos ofrece hoy en día un complejo panorama, compuesto por una diversidad de factores difíciles de abordar (lo descrito en este artículo en verdad es una pequeñísima parte de esos factores), la enorme carga que deja el modo de vida urbano sobre el ecosistema del planeta y sus secuelas económicas y sociales, comprometen ya, la existencia de las actuales y próximas generaciones.
La planificación urbana surgida a mediados del siglo XIX como disciplina, fue ideada por el arquitecto catalán Idelfonso Cerda. Esta irrumpió como necesidad de resolver los conflictos más importantes, surgidos en la ciudad para la época: la higiene, la accesibilidad y la movilidad. Los conflictos y retos que la ciudad del siglo XXI nos presenta son enormes, comparados a los que dieron su origen.
Se hace necesario reinventarla para poder hacer frente a estos retos. En ello el gran avance que ha experimentado la ciencia y la tecnología, en las últimas décadas, juega un papel fundamental. Pero sin duda el factor determinante para motorizar los cambios requeridos en este largo proceso de reinventar la ciudad, es la educación. La educación sobre la ciudad; en una sociedad que se perfila fundamentalmente urbana, se debe promover una educación que valore lo urbano, la conciencia sobre el impacto que tiene esta forma de vida sobre el planeta y las formas a su vez de hacer ciudad de una manera equilibrada, ordenada y respetuosa del entorno físico y los recursos naturales disponibles.
La planificación urbana se tendrá que reinterpretar para dar respuesta a estos enormes desafíos y ello pasara seguramente, por entender que este instrumento debe estar disponible y al alcance de todos. Deberá trascender las oficinas gubernamentales y las aulas de las universidades para llegar al ciudadano, pero a su vez habrá de nutrirse de aquel que todos los días hace ciudad. Ese proceso debe incluir un dialogo permanente entre ciudadanos, academia entidades públicas y privadas y organizaciones sociales. Entre todos asumir este reto, será mucho más factible y sostenible, son tiempos donde se impone el dialogo, la cooperación, la creatividad y el compromiso individual y colectivo.