Crónicas de Torondoy

Gracias a la lectura del libro del estimado amigo, colega y tocayo, Rafael Pulido, cronista Oficial del Municipio Justo Briceño del estado Mérida, se puede tener un conocimiento más preciso de San Cristóbal de Torondoy, Las Virtudes, Santa Apolonia y otras poblaciones

Rafael Ramón Santiago*

Desde niño siempre asocié a Torondoy con las haciendas de café, pues en Pueblo Llano escuchaba con frecuencia las anécdotas de los peones que en tiempo de cosecha se trasladaban desde este pueblo hasta las haciendas situadas en Torondoy, San Cristóbal de Torondoy, Las Virtudes, Santa Apolonia y otras cercanas para participar en labores de recolección del grano durante la primera mitad del siglo XX.

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Ahora, gracias a la lectura del libro del estimado amigo, colega y tocayo Rafael Pulido, cronista Oficial del Municipio Justo Briceño del estado Mérida, puedo tener un conocimiento más preciso de estos lugares a pesar de que no los he visitado personalmente. Las Crónicas de Torondoy, nos llevan de la mano por esos años donde el cultivo del café trajo la prosperidad a estas tierras merideñas.

En la parte introductoria el autor recoge la información que le suministran sus coterráneos, que bajo el aroma de una taza de la emblemática bebida, van deshilando recuerdos y anécdotas de los acontecimientos más importantes que quedaron fijados para siempre en sus retinas.

En el Capítulo I hace referencia al proceso de sometimiento y adoctrinamiento de los torondoyes, primeros pobladores de la región. El Capítulo II lo dedica el cronista a reseñar el ascenso del pueblo a la categoría de parroquia eclesiástica y hace una lista exhaustiva de los sacerdotes que han regentado la misma, destacando la labor pastoral de algunos de sus miembros. En el Capítulo III deja sentado el origen de cada una de las Sociedades Religiosas y Cofradías que hacen vida en la parroquia San José de Torondoy. Finaliza la obra describiendo la incorporación de la parroquia a la Diócesis de El Vigía y San Carlos del Zulia y los trabajos de reconstrucción del templo.

Nuestros pueblos andinos asimilaron con gran profundidad el proceso de evangelización que las congregaciones religiosas católicas impusieron desde finales del siglo XVI y es por ello que su historia marcha de la mano de la Iglesia, de la labor de sacerdotes y laicos que siempre buscaron el progreso espiritual, moral y social para nuestras comunidades. De ahí que, el joven cronista Rafael Pulido ha sabido enfocar esta, su primera obra, para resaltar la labor sacerdotal como pilar fundamental en el desarrollo del municipio.

Enhorabuena por este primer trabajo y mi estímulo para que continúe sacando del olvido los hechos y acontecimientos que forjaron tan importante comunidad merideña.