El 1 de marzo de 1936, es designado Alberto Adriani, como el primer Ministro titular del recién creado Ministerio de agricultura y cría. El pensamiento y la obra agrícola de Adriani fue una constante en su vida, de ahí lo acertado de ese nombramiento

Eudes J. Blanco P*

Tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, el 17 de diciembre de 1935 y el ascenso al poder del General Eleazar López Contreras, el país se llena de grandes expectativas y efervescencia política que se traducen en un clima de inestabilidad social.

La primera medida para minimizar la oposición al nuevo gobierno fue la selección de un equipo de gobierno conformado por hombres de talento e ideas transformadoras que estuvieran lo menos vinculados al gomecismo, entre ellos se encuentra el merideño Alberto Adriani, quien parte de su lar natal: Zea, con destino a Caracas, el 31 de diciembre de ese año; la segunda fue la presentación el 21 de febrero de 1936, de lo que es sin lugar a dudas el primer gran proyecto de reforma del Estado moderno Venezolano: El Programa de Febrero.

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Entre las propuestas que el nuevo gobierno expresaba en el referido plan, se destaca en el diagnóstico: la agricultura como un área problemática estructural del país. Planteándose como alternativas de solución entre otras:1) la Creación del Ministerio de Agricultura, acaecido el 24 de enero de 1936; 2)  el establecimiento de un catastro de tierras baldías; 3) la creación de un Banco Agrícola y Pecuario,   4) la creación de una Escuela Superior de Agricultura y Veterinaria y de cátedras ambulantes de agricultura,; 5) fomentar la inmigración y colonización interior del país; 6) Conservar los recursos naturales del país a través de políticas de bosques, aguas y conservación de suelos; 7) organización y desarrollo de la industria pesquera y, 8) incentivar con ayuda del Estado el aparato productivo nacional.

Cuando se leen estas alternativas de solución al problema agrícola, salta a la vista la mano de Alberto Adriani en la redacción del Programa. Por ello, no es de extrañar que el 1 de marzo de 1936, sea designado como el primer Ministro titular del recién creado Ministerio, y es que el pensamiento y la obra agrícola de Alberto Adriani, como expresa el geógrafo Jóvito Valbuena: fue una constante en su vida.

Desde su infancia comparte entre sus paisanos campesinos y productores, gentes humildes, el cuidado y conocimiento de la tierra, tuvo la oportunidad de trabajar en el campo como caficultor y ganadero en las propiedades de su familia, donde como lo expresa el licenciado Alfonso Castro: «Estos parajes lo vieron llevar una vida de campesino».

Pero además de su experiencia vivida en el campo que le proporcionaba un conocimiento directo de la vida rural venezolana del naciente siglo XX, hay que destacar su afición a la lectura y en especial a los temas agrícolas.

Sus estudios sistemáticos en Europa entre 1921 y 1926 lo llevan a preocuparse en la reflexión e investigación sobre la economía agrícola y petrolera, lo que le permitió tener una visión integral de los problemas socioeconómicos del país.

En 1926 en Washington, fue el primer Jefe de la División de Cooperación Agrícola, de la Unión Panamericana, organismo antecedente de la actual Organización de los Estados Americanos, allí dirige su Boletín y elabora un Plan de Fomento para la Agricultura en América, que no es más que un antecedente del hoy llamado desarrollo sustentable. En esta dependencia colaboró en la organización de la I Conferencia Interamericana de Agricultura (1928-1931), llegando a conocer los planes y programas agrícolas de varios países.

En 1931 retorna a Zea, donde permanece hasta 1935, cuando es llamado por el general Eleazar López Contreras, aquí como lo expresara Mariano Picón Salas, «…llevo una vida campesina, pero no tan salvaje como pudiera suponerse, y disfruto de una tranquilidad que no pudiera ser mayor en otra parte», que le permitió seguir estudiando y organizando sus ideas sobre el desarrollo integral de Venezuela.

Sin lugar a dudas que Adriani con su vivencia campesina en su niñez y adolescencia, aunada a dos décadas de estudio en economía y ciencias sociales y los profundos conocimientos en el campo agropecuario, estaba preparado para asumir el cargo de ministro de Agricultura y Cría, en el que solo duró dos meses que le permitieron asentar las bases organizativas del mismo.

En opinión de Jesús Mazzei, Adriani es “el más brillante Ministro de Agricultura que a pasado por dicho Despacho Ejecutivo a pesar del poco tiempo que estuvo en el ejercicio del cargo. Dotado de una claridad intelectual y preparación profesional llega al Ministerio de Agricultura y se pone a trabajar desde el primer día sin perder tiempo”.

Y a pesar del corto tiempo en el despacho, Adriani, logra poner en funcionamiento el Banco Agrícola y Pecuario, que va a centralizar el crédito agrícola como lo estableció el Decreto del 21 de marzo de 1936.

En su visión futurista intuía la importancia de los medios de comunicación para establecer contacto con el público en general, por ello crea la revista El Agricultor Venezolano, en cuyo primer número escribió la nota editorial: Esta revista sobrevivió muchos años después de su muerte. Igualmente recurría semanalmente a alocuciones a través de la radio que le permitían informar al país las acciones de su despacho.

A Adriani, siempre le preocupó la suerte de los productores agropecuarios y la importancia de la agricultura en la economía del país. Su meta principal era elevar la calidad de vida de los campesinos y productores, así como el de fortalecer la actividad agrícola y pecuaria de las diversas regiones del país, pero en especial de la producción cafetalera, con la cual estaba plenamente identificado y comprometido.

Al abandonar el cargo de ministro de agricultura y cría  el 29 de abril de 1936 y ser nombrado Ministro de Hacienda, dejo un despacho conformado por  aquilatados empleados y un proyecto político con claras directrices de ejecución, que de haberse puesto en práctica como estaba concebido, hubiese enfrentado la política rentista del estado venezolano que nos ha llevado a la profunda crisis de producción que confronta actualmente el país.

Ochenta y un años después, Alberto Adriani, el ministro de Agricultura y Cría, mantienen dos dones que carecen los actuales ministros de ese despacho: Conocimiento y un coherente programa de políticas públicas. De ahí que sus planteamientos deban revisarse.

El estaba convencido que una alta capacidad de producción agrícola generaría excedentes de capital que permitirían al pueblo satisfacer sus necesidades básicas, educarse y enriquecerse cultural y científicamente, dado que consideraba la actividad agropecuaria la base de la prosperidad y grandeza del país, por ello que afirmara: “La agricultura y la cría son mucho más importantes que otras actividades postizas y antieconómicas a las cuales dedicamos mayor atención”, era una clara referencia de la industria petrolera, el tiempo le ha dado la razón.

Historiador – eudesblanc@gmail.com