En el transcurrir de los 40 del pasado siglo, El Vigía era una aldea orgánicamente concebida que poco a poco buscaba su ordenamiento socio cultural y económico, le surgieron sitios comunales, la agricultura y el comercio. Su invertebrada estructura social, comenzaba a ensamblarse.

Prof. Guillermo Briceño*

 

Por transcendencia cultural que ha pasado de generación en generación la celebración de la llegada de la navidad, es como un ingrediente contentivo de los mejores nutrientes, para que afloren y se estrechen mas los sentimientos fraternales de las familias y los amigos, en una saludable tonicidad anímica y unificadora, capaz de lograr el equilibrio esencial que permite auspiciar el paso del estado personal, al estado social, con el realce de costumbres y tradiciones en espacios de transcendencias, como el pesebre, comidas típicas, como: las hallacas, los dulces caseros, el bizcochuelo, los estrenos, los regalos, los encuentros, además se ponen de manifiesto muchas fantasía, que crean iniciativa instintivas con ideales trazados para lograr metas.

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En el transcurrir de los 40, El Vigía era una aldea orgánicamente concebida que poco a poco buscaba su ordenamiento socio cultural y económico, le surgieron sitios comunales, la agricultura y el comercio. Su invertebrada estructura social, comenzaba a ensamblarse. Se considera, esta época como de transición, podríamos sustentarla, porque fue el paso de lo primitivo a lo moderno de lo irrazonable a lo razonable.

El Vigía no fue fundado por el conquistador Español que tomaba posesión de las tierras a nombre del Rey, ni por misiones ni Doctrinas,  simplemente fue un parto de caminos, cuya partera fue la empresa ferrocarrilera, que ofrecía empleo con atractivas remuneraciones, esta realidad física y social inmediata, motivó un crecimiento demográfico de la aldea, con gente procedente de Falcón, Los Puertos de Altagracia, Maracuchos, Caraqueños, Llaneros, Orientales, Andinos y hasta extranjeros. Esta muy estimable situación nos sugiere pensar que lo menos que existían eran hijos allí nacidos.

Retomando el tema navideño, valoremos bajo circunstancias concretas ese cruce de costumbres y tradiciones de sus habitantes, en la elaboración de la hallaca andina, la caraqueña, la coriana, la zuliana, o los dulces y demás alimentos de grata recordación, que esa gente añoraba con nostalgia por la ausencia de sus hogares de origen, si apelamos a la psicología, nos enseña: que los seres humanos por condición natural, tienen la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia y más aun cuando atañe a su espíritu; por esa razón bajaron sus añoranzas, para que tocaran tierra y se hicieran humanas, cuyo único presupuesto fue la virtud, que les permitió la coparticipación con los mismos significados para poder generar creaciones en el horizonte que Vivian.

Confeccionaron, sus pesebres para evidenciar el nacimiento del NIŇO JESÚS. Entre otros, recuerdo los pesebres de Isabel Quintero, Lina Duran, Etelbina Abreu, Ana Dávila, Leticia de Muños, Ramona Gavidia, Carmen Socorro, Emira Duran, que eran las damas mas expertas: ellas utilizaban las envolturas de las pacas de cemento las que impregnaban con engrudo de almidón y pintaban con anilina de diferentes colores las cuales colocaban sobre armazones de tronco dispuestos para semejar cerros o llanuras, los decoraban con   imágenes de yeso y figuras de anime, luces no le colocaban porque el pueblo no tenia luz eléctrica, por eso los alumbraban, con velas de cebo y lámparas de aceite de tártago, cumplían la ceremonia de la paradura, paseando el niño Jesús por todo el pueblo, al compas de un conjunto musical, que tocaba aguinaldos y villancicos, a esta procesión, se unían caraqueños, corianos, zulianos, andinos, no importaba la procedencia, lo importante era que al final de la romería, eran obsequiados con: vino, bizcochuelo, hallacas aliñadas y sazonadas con exquisitos sabores y cocinadas con leña en ollas de barro.

De las costumbres más hermosas que existieron en esa época, era que el 24 de Diciembre, los vecinos salían a caminar en grupos pidiendo aguinaldos y el 31 a dar abrazos de feliz año nuevo, como demostración rectora de alegría.

Aquel pequeño pueblo con un tamarindo como plaza y calles polvorientas, definían su nomenclatura como: calle la línea hoy Av. 16, calle el cementerio o “El  Guaimaral”, así se llamaba el viejo aposento, la calle tablita, avenida 14 con calle 4, la Barranca donde están hoy las escalinatas de la Conquista, la curva del Guamo, antigua estación de servicio “EL AS”, la calle de degüello hoy cruce de la calle 2 con avenida 14. Lo importante es la enseñanza que nos dejaron esas navidades: ¿Cómo fue posible? Que aquellas personas de diferentes culturas, de modesto perfil académico lograran concentrar, atención y esfuerzos solidarios, para conjugar las variables de varias culturas en una simbiosis.

Si algo tiene de cualitativo esta acción social, es que no se debe evaluar por ese instante, sino mediante el análisis de una secuencia, en el proceso histórico de El Vigía.

Con un abrazo fraternal les deseo lo mejor de esta Navidad.

* Guillermo Briceño: (Palo quemado, La Palmita, Mérida, 18 de junio de 1936 – Mérida, 09 de marzo de 2012), Considerado el primer maestro normalista nativo del municipio, laboró en la Escuela  Nacional Graduada Mauricio Encinoso, de la cual fue su sub-director y  Director. Docente fundador del Liceo Alberto Adriani (1959). Docente en el Centro de Educación de Adultos. “Cuatricentenario” y Supervisor del entonces Distrito Escolar N° 4. Guillermo Briceño es expresión del docente ideal, del líder y promotor social.