En Cuba, se celebran periódicamente algunas elecciones en las cuales los ciudadanos no tienen a quién elegir que no sea lo que el partido comunista cubano haya predeterminado.

Algunos se preguntan para qué elecciones, cuando se presume que los resultados están pretedeterminados. A pesar de ser esta una verdad, en muchos países que no son democráticos en el mundo la gente continúa votando, tal vez como una expresión de la esperanza en que algún día volverán a realizarse comicios verdaderos.

En Cuba, se celebran periódicamente algunas elecciones en las cuales los ciudadanos no tienen a quién elegir que no sea lo que el partido comunista cubano haya predeterminado. En la Rusia de Putin o en la Turquía de Erdogan, cada uno con su propia razón de Estado, se deja poco espacio a la disidencia y se puede decir que los resultados están cantados de antemano.

En nuestro país, en el que los ciudadanos disfrutaron por muchos años de elecciones libres, justas  y transparentes, que consagraron en el tiempo la posibilidad y realidad de elegir alternativas democráticas, hay hoy un clamor popular que se expresa con una simple afirmación: “si queremos votar, pero en comicios con base a lo dispuesto en la Constitución y en las leyes y reglamentos electorales y no en las que son convocadas extemporáneamente por un órgano ilegítimo y que además une en un solo acto lo que la ley proscribe, como consolidar en un solo proceso lo municipal con lo presidencial”.

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En unas circunstancias tan difíciles, como las diferentes crisis que azotan a diario a los habitantes de nuestro país, lo sensato es que las condiciones necesarias para un proceso electoral libre y transparente se cumplan, tal como les fueron señaladas por los cancilleres en Santo Domingo, tanto a los representantes del gobierno como de la oposición. Acoger solo partes de esta propuesta, y no su integralidad, no hace que este proceso sea confiable o aceptable, porque son precisamente la totalidad de las garantías reflejadas en el texto avalado por los 5 cancilleres de la region, las que permiten celebrar un proceso electoral conforme, no solo a criterios universales democráticos, sino que no son otra cosa que lo que esta establecido en las leyes de nuestro país.

Conformarse con concesiones parciales no es el camino para recuperar la confianza de la inmensa mayoría de los demócratas de este país, que lo único que desean es votar en elecciones libres, justas y transparentes.