“¿Qué puede pensarse de un gobierno que sin una debida elaborada hoja de ruta, pretenda ganar cualquier contienda a las que las coyunturas lo lleven y reten?”

Antonio José Monagas*

La jerga popular es prolífica, oportuna y acertada. Más, al momento de calificar cualquier circunstancia en la que tome partido el hombre. Sin sacrificar el buen humor, haciendo uso del vocabulario, sabe exaltar toda situación a fin de hacerla más llana y tajante de cara a las realidades que demandan mayor atención. De ahí que existen ciertas expresiones cuya sonoridad retumba en cualquier ambiente. Sobre todo, en condiciones que lucen apremiantes. Tal cual como las que ahora vive Venezuela, abatida por la actual crisis de gobierno.

Una de esas frases que a diario se repten ante circunstancias particulares, es: “ni de vaina”. Utilizada para negar algo con contundencia, además de caracterizar la ocurrente genialidad del venezolano para rechazar ofertas engañosas o pretensiones que suenen amargas o perversas, constituye una efusiva salida de una difícil situación. Aunque no deja de ser ingeniosa en virtud del condicionado negado que muestra su sintaxis, no encubre insolencia alguna.

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Es así como ante la pregunta del disfrazado e hipócrita acato a la Constitución, toda vez que se oye en la voz de altos jerarcas del régimen: “dentro de la Constitución todo, fuera de ella, nada”, con careta de amenaza y horrendo atuendo de “legalidad”, habrá que decir: “ni de vaina”. Porque “ni de vaina” que quienes piensan con sentido crítico, juicio reflexivo, pero también con la mirada en el devenir más cercano, serían capaces de favorecer la trastocada idea de consentir el aplazamiento del Referendo Revocatorio en 2016, tal como lo establece la Carta Magna. No tanto por la adulteración de la que puede ser objeto el texto de la Constitución, como por los desmanes que habrían de derivar de tan absurda intención que sólo refleja incultura, corrupción, humillación, mofa, atraso y oscurantismo en pleno siglo XXI.

A desdén de la democracia que requiere las nuevas realidades políticas, sociales y económicas, el gobierno nacional está equivocadamente convencido lograr tan aberrante y descabellado propósito. No obstante, las fuerzas del desarrollo político nacional han convocado con el mayor esfuerzo a resistir todo arreglo que le arrebate al país sus derechos y libertades. Así que ante tan marrullera propuesta, habrá que decir: ¡ni de vaina!

* Politólogo – antoniomonagas@gmail.com