Padre, no le podemos ayudar porque salimos a comprarle una milanesa al general y si nos tardamos se va a poner bravo.

Mons. Victor Hugo Basabe*

Ustedes queridos amigos se preguntarán a que viene este título, Pues bien, quiero contarles que hoy una vez más la he pasado difícil en San Felipe,

Estaba yo muy contento desde en la mañana porque al fin, después de dos meses de insistencia, la compañía del gas vino a instalarme la cocina, al fin iba a tener donde poder cocinar…la vida del cura es dura y, la del obispo pobre también.

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A la gente que me estaba haciendo el trabajo le llegó el mediodía y se fueron a almorzar. Yo, aún sin cocina, salí a buscar la papa afuera. El restaurante al que fui (Romos) estaba full y por eso decidí tomar mi bandeja, seleccionar mi comida, pesarla, pagarla y venirme a comer a casa. Sorpresa. Si acaso habían transcurrido 20 minutos entre el ir y venir al centro de la ciudad.

Apenas llego, me percato que algo no andaba bien. Una de las rejas del garaje estaba forzada y los vidrios de una ventana removidos. El ladrón estaba adentro. Comencé a gritar desde afuera preguntando quién andaba en la casa.

Uno de mis vecinos me escuchó y se apersonó, con él decidí abrir la puerta principal y mientras entraba sentí que algo pasaba a un lado de la casa, era el ladrón que se lanzaba cual Tarzan desde la planta alta usando unas sábanas atadas.

Salí y pude verle llevando mi PC portatil. Corrí detrás de él pero se lanzó por un terreno enmontado…no se imaginan lo que sentí cuando vi que cruzaba a la avenida en la que vi a una patrulla de la Guardia Nacional Bolivariana…les hice señas, se detuvieron miraron hacia el terreno, pero noté que estaban intranquilos…de repente me dijeron: PADRE, NO LE PODEMOS AYUDAR PORQUE SALIMOS A COMPRARLE UNA MILANESA AL GENERAL Y SI NOS TARDAMOS SE VA A PONER BRAVO…y acto seguido se montaron en la patrulla y se alejaron raudamente.

Menos mal que mis vecinos y yo nos envalentonamos y rodeamos el terreno por las salidas hacia la calle. No agarramos al ladrón, que salto cerca tras cerca, pero al menos recupere mi PC que dejó abandonado entre los matorrales, también gracias a que llegaron algunos agentes de la Policía Nacional. Ojala y los muchachos de la Guardia,,, sigan haciendo «honor a su divisa» como dice el escudo que portan en su uniforme y que al General la milanesa le haya sido de provecho.

Yo, apenas terminando de almorzar a la hora que estoy publicando esto, después de pasar toda una tarde poniendo trampas y cambiando algunas cerraduras de esta maltrecha casa en la que vivo solo. Ah…al fin tengo cocina donde preparar algo de comer.

26 de julio a las 10:41 p. m

*Obispo de la Diócesis de San Felipe en Yaracuy – Secretario de la Conferencia Episcopal Venezolana