El doctor en Economía y principal ductor de la política económica venezolana, Alfredo Serrano Mancilla, hizo recientemente una apología de porqué estamos donde estamos, pero, además, lo hizo lanzando culpas a diestra y siniestra en los mismos términos como ya estamos acostumbrados a escuchar.  Ante dicho razonamiento y en vista de que el mismo invita […]

El doctor en Economía y principal ductor de la política económica venezolana, Alfredo Serrano Mancilla, hizo recientemente una apología de porqué estamos donde estamos, pero, además, lo hizo lanzando culpas a diestra y siniestra en los mismos términos como ya estamos acostumbrados a escuchar.  Ante dicho razonamiento y en vista de que el mismo invita a un debate sobre el tema en su reciente artículo referido a “Las Pruebas del Crimen Económico Contra Venezuela”, publicado con fecha 30 de diciembre desde las entrañas del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), pasamos a precisar lo siguiente:

El propósito de “La Otra Vía” no es desmontar la histórica y manida tesis   del “yo no fui”. Pero sí de corregir algunos manejos alegres de las cifras estadísticas y las conclusiones a que conduce dicha deliberada interpretación. Porque   eso denota un desconocimiento bastante elemental de los parámetros matemáticos más sencillos de la economía.

Y lo hacemos partiendo de lo que él expuso, cuando aseveró que La evolución del tipo de cambio ilegal “paralelo” no tiene ningún “paralelismo” con ninguna variable macroeconómica”.  

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Según el economista y asesor gubernamental, “el valor de este tipo de cambio se ha multiplicado por 1.410 veces desde agosto de 2014 hasta la actualidad; mientras que la cantidad de billetes y monedas se multiplicó por 43; la cantidad de liquidez se multiplicó por 64; y el tipo de cambio implícito por 141”.

Ante semejante expresión, es menester, primero que nada, indicar que es incierto que la liquidez se haya multiplicada por 64 desde agosto de 2014. De haber sido así, ya de por sí sería una barbaridad de manejo macro económico, porque, de entonces hasta acá, ésta se multiplicó por 98. Pero la madre del cordero no está ahí, porque tomar arbitrariamente un lapso de tres años y medio, esconde otro pecado macroeconómico aún más grave. Y se trata de que, verdaderamente, esa liquidez se multiplicó por dos en 2015, por 2,56 en 2016 ¡y por 15 en 2017! Es más, solo en el último trimestre del año pasado, se multiplicó casi por 4.

Desde luego, si al citado economista y asesor gubernamental aún no se lo han explicado, es importante que él se familiarice con una verdad que aquí es obvia:  ese es un ritmo de aumento no geométrico, sino exponencial.

Para ilustración del citado profesional y asesor gubernamental, un ritmo de aumento geométrico es de 2,4,8,16,32,64, es decir, se duplica la cifra en cada lapso; mientras que uno exponencial sería 2,4,16, 256, 65.536. En otras palabras, la cifra anterior se multiplica por sí misma. Y todo concluye en que, a ese resultado, lamentablemente, nos han llevado sus recomendaciones al alto gobierno: un aumento exponencial de la liquidez que, por fin, ha logrado el milagro de igualar, casi con meridiana exactitud, las curvas de aumento de ese dólar paralelo del que denigra el economista y asesor gubernamental, y del aumento de liquidez.

Ante el serio y grave problema en el que hoy están inmersos Venezuela, su economía y 30 millones de habitantes, la deducción lógica que se plantea no es quién tiene la razón, sino cómo sale el país de este complicado entuerto. Porque lo que queda claro, es que a la inercia exponencial ya no hay forma posible de revertirla con medias tintas. No. Tan complicado se ha tornado todo que cada acción que se intente obedeciendo a esa fórmula, como es el caso del recién anunciado aumento de 100% en los salarios, únicamente contribuirá a empeorar la situación. Y será así hasta que se produzca un colapso total de la moneda, que ya no sucederá en años, sino en pocos meses.

Sabemos de la aversión del economista y asesor gubernamental Alfredo Serrano Mancilla a las medidas que considera de corte capitalista. Ellas, por supuesto, no encajan en su particular visión de cómo debe comportarse “el hombre nuevo”, engendrado en los laboratorios de las ciencias sociales. ¿Y qué hacemos mientras tanto?

¿No cree usted, señor economista y asesor gubernamental que, ante tanta evidencia indiscutible de que las cosas se han salido de cauce, podría haber llegado el momento de ensayar algo distinto?

Desde “La Otra Vía”, con respeto y humildad, lo decimos de esa manera, porque cuando la velocidad de deterioro se vuelve exponencial, el voluntarismo ideológico termina siendo una de las víctimas. ¿Y sabe por qué?: porque desaparece la nómina de los culpables imaginarios.

No se le está solicitando que, de la noche a la mañana, usted termine convirtiéndose en un Domingo Cavallo, en un Fernando Henrique Cardozo o en un Carlos Boloña. No. No es así. Repetimos. Aunque sí es importante tener en cuenta que ese trío de funcionarios, dolientes verdaderos en sus respectivos países y durante momentos históricos, terminaron dominando la Hiperinflación en cada nación. Sin duda alguna, hicieron lo que tal momento les exigía.

¿Y por dónde pudiera comenzarse la tarea en Venezuela? Por el momento, bastaría con despenalizar el cambio paralelo; permitirles a los socios de PDVSA -y a lo que queda de ella- cambiar sus dólares en ese mercado; también que acercara el precio de los combustibles a su valor real. Asimismo, que el Gobierno les devolviera a sus legítimos dueños algunas de las compañías que les quitaron sin debida compensación, para que aparezca un rayo de esperanza en el oscuro horizonte.

 

¡Anímese, señor economista y asesor gubernamental! ¡Atrévase! Si lo hace, el Gobierno, la Patria y 30 millones de venezolanos se lo agradecerán y reconocerán. Porque algún resultado positivo se hará presente.