Tomar un vuelo aéreo desde Venezuela hasta las islas de Aruba, Curazao y Bonaire puede llevar a alcanzar esas tierras en menos de 40 minutos. Este grupo de islas ubicadas frente al territorio venezolano se convirtieron por muchos años en el destino turístico perfecto para vacaciones, pero la crisis en el país y la reducción […]

Tomar un vuelo aéreo desde Venezuela hasta las islas de Aruba, Curazao y Bonaire puede llevar a alcanzar esas tierras en menos de 40 minutos. Este grupo de islas ubicadas frente al territorio venezolano se convirtieron por muchos años en el destino turístico perfecto para vacaciones, pero la crisis en el país y la reducción de aerolíneas las convirtieron en una especie de “peaje” para aquellos que querían viajar al exterior como turistas o inmigrantes.

Pero, pese a estos vínculos y los que mantiene en el ámbito económico, desde el pasado viernes en la tarde, tras un anuncio presidencial las comunicaciones con las naciones caribeñas se encuentran suspendidas, hasta tanto no se produzca una reunión de alto nivel con las autoridades. Este martes, la medida fue extendida, como lo anunció el vicepresidente Tarek El Aissami.

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En el año 2016, el gobierno de Nicolás Maduro firmó un convenio con Aruba para reactivar las operaciones de una refinería ubicada en la isla caribeña. El objetivo en ese entonces y hasta ahora era enviar gas para su desarrollo económico y social.

El proyecto de renovación tardaría un año y seis meses. Sin embargo, una nota publicada en marzo de 2017 en la página web oficial de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), expone una reunión entre el entonces ministro de Petróleo, Nelson Martínez, y el ministro de Economía, Comunicaciones, Energía y Medio Ambiente de Aruba, Mike de Meza, en la que continuaban trabajando en los acuerdos firmados en 2016 y en la reactivación de la refinería.

Pero, ¿qué hay detrás de la suspensión del tráfico aéreo y marítimo anunciado por el Gobierno?

En entrevista para TalCual, el economista Luis Oliveros explica que la suspensión del tráfico aéreo y marítimo es una medida que el Ejecutivo está aplicando para tratar de ocultar el desastre que tiene en materia de escasez de productos, al decir que todo se va hacia las Antillas. “Es el mismo discurso que tuvo cuando dijo que las cosas se iban para Colombia y para Brasil”.

El especialista destaca que, lamentablemente, el Gobierno no se da cuenta de que el control de cambio y el control de precios, son los principales generadores de incentivos para que haya contrabando hacia cualquier parte del mundo.

“En segundo lugar llama la atención como todas las fronteras de Venezuela están militarizadas, aquí nadie sale de Venezuela sin que un militar te revise la maleta, y ahora el Gobierno insiste en que muchas cosas se están yendo hacia las Antillas. Esto es un nuevo fracaso de quienes cuidan las fronteras en Venezuela”.

Para el economista, es preocupante que mientras en el mundo las fronteras se abren, el comercio aumenta y hay mayor apertura económica, en Venezuela la cerrazón se impone. “Esto nos indica la tendencia y la ideología económica que tiene el Gobierno que maneja el país”, apunta.

Oliveros, también egresado de un postgrado en Política y Comercio Petrolero y profesor de la Universidad Metropolitana, afirma que la posición adoptada por el Estado venezolano no va a dejar nada bueno para la población y, por el contrario, ocasionará que recrudezca el desabastecimiento. “Aquí no vamos a ver anaqueles surtidos, esto es otro parapeto para que en unos meses vuelva a decir que se están yendo los productos por allí”.

Refinerías por aquí, refinerías por allá

El interés económico del Gobierno de Nicolás Maduro en el tema petrolero parece no verse afectado por la medida empleada, según estima Luis Oliveros. La refinería ubicada en la isla de Aruba no es la única que lo mantiene en contacto con las naciones caribeñas.

Por el contrario, Venezuela cuenta con otro complejo refinador en Curazao que lleva por nombre Refinería Isla. Esas instalaciones tienen una capacidad para refinar 335.000 barriles diarios de crudos y es estratégica para procesar, almacenar y despachar el combustible venezolano, principalmente al mercado asiático.

La planta comenzó a construirse en 1916 por la empresa Shell para procesar el petróleo en territorio holandés. En 1985, durante el mandato de Jaime Lusinchi, se decidió arrendar el complejo y adjudicarlo a Pdvsa.

En mayo de 2017, un incendio en la unidad de destilación de la refinería dejó parte de la estructura sin operación, por lo que se procedió a conformar un comité de investigación para determinar las causas del suceso y evaluar los impactos generados. Hasta la fecha, se desconocen las conclusiones.

A comienzos de 2018, el gobierno de Nicolás Maduro continúa negociando la continuidad del arrendamiento de la Refinería Isla.

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Terminal de Pdvsa en Bonaire en la cuerda floja

Una nota publicada por Reuters el 20 de diciembre de 2017 destacó que Petróleos de Venezuela podría perder su licencia para operar un terminal de almacenamiento de petróleo en la isla caribeña de Bonaire, por la falta de mantenimiento de los reguladores.

Con una capacidad de almacenamiento de 10 millones de barriles, la terminal Bopec permite la carga de grandes buques. Un punto clave en la logística de Pdvsa, en el Caribe, para enviar sus embarques también hacia Asia.

Sin embargo, este hecho podría poner en riesgo los envíos de crudo en un momento en el que el país necesita aumentar sus ingresos por exportaciones.

El Ministerio de Infraestructura y del Medio Ambiente de Holanda destacó que Bopec se ha retrasado en las medidas necesarias para alcanzar los estándares internacionales. “Si no cumple con el plan solicitado por la Inspección de Medio Ambiente y Transporte de Bonaire, deberá comenzar a vaciar la terminal a principios de febrero y suspender sus operaciones, para finalmente retirarles la licencia”.