Por:  Francisco Rincon  Via MedioSur En el municipio San Francisco, en el estado Zulia, el espacio público accesible para llegar a las orillas del Lago de Maracaibo es la Plaza Bolívar. Ese punto, lleno de basura, animales muertos y petróleo, es apenas una mancha destructiva de lo que, dentro de las comunidades, arrasa con los ecosistemas, […]

Por:  Francisco Rincon  Via MedioSur

En el municipio San Francisco, en el estado Zulia, el espacio público accesible para llegar a las orillas del Lago de Maracaibo es la Plaza Bolívar. Ese punto, lleno de basura, animales muertos y petróleo, es apenas una mancha destructiva de lo que, dentro de las comunidades, arrasa con los ecosistemas, empleos, economía familiar, seguridad alimentaria y esparcimiento de esas zonas.

Todo, lejos del escrutinio público.

Una de las parroquias más afectadas es El Bajo, con agravantes en las zonas y comunidades aledañas a la Refinería Bajo Grande de Petróleos de Venezuela (PDVSA). El ecosistema completo sufre el impacto del petróleo que cubre la arena, las rocas, las plantas, y se compacta dentro del agua como una gelatina.

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En medio de un recorrido por varios kilómetros de Bajo Grande Playa, La Curva del Muerto, Monte Negro y Bajo Grande, los pescadores afectados explicaron a Mediosur que las tuberías petroleras en el lago tienen entre 40 y 60 años, es decir, ya sobrepasaron su vida útil.

Esas mismas tuberías bombean gasolina con plomo, gasoil y petróleo, que terminan derramándose en el estuario porque están rotas.

“Hace como dos años vino una lancha de PDVSA y puso unas grapas en las tuberías, pero al otro día estaban como si no hubiesen puesto nada. Prácticamente, desde el 2013 no viene nadie para acá. No existimos para la gobernación, la alcaldía, PDVSA, el Ministerio de Petróleo o cualquier otra institución. Esto da dolor”, aseguró José Luzardo, vocero principal de los Consejos Nacionales de Pescadores, Pescadoras y Acuicultores (Conppa) del Sur.

Un camino de petróleo y pérdida

Según las estimaciones que manejan los pescadores, hay más de 15 kilómetros lineales de petróleo, con un ancho de entre 20 y 30 metros y un grosor de 70 centímetros aproximadamente.

Solo en El Bajo, al menos 1.800 empleos directos e indirectos desaparecieron casi en su totalidad por los derrames petroleros y el olvido del Estado.

En ese mismo ritmo, los pescadores han perdido más de 100 pacas de chinchorros (equivalente a 5 mil metros lineales de redes), más de 50 pacas de mandingas de camarones, balsas, cayucos, ropa y motores.

Casi todas las especies acuáticas que pescaban, como carpetas, armadillos, bagres, lisa, lebranche, mero y cangrejo orillero, desparecieron de la zona.

El camarón, principal sustento de las familias, también “se ahuyentó”.

Los lugareños detallan que el petróleo ha matado pelicanos, garzas y toninas del lago. Vacas, becerros y caballos entraron al agua y no salieron nunca más porque quedaron atrapados en el hidrocarburo.

“Entre la 1:00 y las 3:30 de la tarde ese petróleo está casi hirviendo. El que se meta sufre quemaduras de tercer grado. Te pela como un pollo. Eso bota humo, es inflamable y se crea una especie de vapor”, dijo un vecino conocido como “El Negro”.

Casi todas las especies de pescados han desaparecido, incluida el camarón, principal sustento de las familias | Fotos: Francisco Rincón

De 14 playas activas en Bajo Grande, Bajo Grande Playa y Monte Negro, solo quedan dos y los propios pescadores intentan sobrevivir entre el petróleo y la basura que se pega y acumula.

“En lo que va de años van más de 20 derrames de petróleo, gasoil o gasolina. Todos los años, como hasta el 2013, las instituciones hacían un saneamiento de objetos flotantes (recogían la basura), pero ni más. Hace poco nos metimos por aquí (entre unas gabarras) a sacar basura y las culebras nos iban a matar. El petróleo también acabó con unos 30 o 40 pescadores bolapie, que eran los que pescaban en la orilla a remo y se ponían el chinchorro en el pie. Enterró los cayuquitos y ahora están pasando hambre y muriendo en la miseria”, relató el vocero Luzardo, afligido por la situación.

El punto más crítico impactado por los derrames de petróleo y químicos está en las inmediaciones de la antigua cochinera y en la parte trasera del Club Bajo Grande.

Lo que era antes una bloquera, pescadería, camaronera y aserradero pujante, hoy es un lugar en ruinas y solitario, debido a que los pescadores ni siquiera pueden entrar al lago caminando o en sus embarcaciones por “el gran pantano de petróleo al que no entra ni una piedra”.

Los pescados “saben a petróleo”

Los derrames iniciaron hace 10 años y acabaron con las faenas en las que sacaban 4.000 kilos de camarón, 1.600 kilos de cangreja, 2.000 kilos de palometa o lisa, bagres, corvinas, armadillos y carite.

Solo en lo que va de 2020, los pescadores consultados calculan que se han registrado más de 50 derrames de petróleo en ese punto y funcionarios de PDVSA no han actuado.

Además de las consecuencias ambientales que arrasan con la flora y la fauna, y el descalabro de la economía familiar, la salud y la seguridad alimentaria penden de un hilo.

El petróleo en la zona se ha llevado hasta las herramientas de trabajo de los pescadores | Fotos: Francisco Rincón

“Sufrimos ronchas en la piel. Los camarones y pescados salen con petróleo y saben a gasoil o a gasolina. Nuestra dieta en cantidad y calidad está gravemente afectada. Antes si no pescaban bastante como para vender al menos nos alcanzaba para comer en la casa, pero cada vez es menos y a veces nada. Estas orillas también eran un lugar para el esparcimiento familiar y ahora el agua está verde y full de petróleo. Hemos perdido casi todo”, lamentó María Rodríguez, habitante de la localidad.

Pobladores de las comunidades pesqueras temen que sus hijos, nietos y sobrinos no conozcan el estuario y queden sin una fuente de alimentos y empleos.

Quienes dependen directa o indirectamente del estuario, cada vez en menor medida por la crisis ambiental que sufre, ahora se dedican a barrer las calles, cortar maleza o vender café, pero “la mayoría están desempleados y muriendo de hambre».

“Antes, la gente comía 3 o 4 veces a diario, pero me atrevo a decir que ahorita un 60 % de las personas comen una sola vez al día”, resumió Luzardo, líder de los Conppa.

Otros antiguos trabajadores de la pesca incluso han sido detenidos por las autoridades por el hurto de material estratégico.

Over Luzardo, miembro y vocero principal de matriculación y seguridad de los pescadores, comentó que le han notificado el problema al gobernador y al alcalde de San Francisco, pero les responden que “deben buscar a los encargados de esa área” en PDVSA.

Los pescadores también han participado en asambleas con el Instituto Socialista de la Pesca y Acuicultura (Insopesca) y con representantes de la Refinería Bajo Grande, pero nadie soluciona.

Ellos mismos se ofrecen a recoger el petróleo, pero necesitan maquinaria como retroexcavadoras y 5 o 6 volteos, herramientas y logística. También, solicitan préstamos o créditos para reponer las embarcaciones, redes, ropa y motores que perdieron.

Los pescadores locales están dispuestos a ayudar con el saneamiento de las orillas, pero necesitan equipos y maquinarias.
Hasta la fecha, ninguna autoridad ha respondido su solicitud | Fotos: Francisco Rincón

Ahora solo pescan una o dos veces al mes, cuando antes lo hacían todos los días.

Pescadores del municipio San Francisco —entre ellos de los sectores El Paraíso, San Benito, Bajo Grande y San Luis— hacen un llamado al gobernador del Zulia, Omar Prieto; al alcalde de San Francisco, Dirwings Arrieta; al Ministerio de Petróleo, a PDVSA, al Ministerio de Pesca y Acuicultura; al Instituto para el Control y la Conservación de la Cuenca del Lago de Maracaibo (Iclam) y al Ministerio para el Ecosocialismo, para que atiendan la emergencia, recojan y limpien el petróleo, y hagan saneamiento de las orillas.