En menos de una década, la concentración de radio-228 en las aguas del océano Ártico casi se ha doblado. El acelerado deshielo provocado por el cambio climático estaría facilitando la aportación extra de este elemento químico radiactivo desde las costas que rodean el Polo Norte. Los científicos aún no tienen claras las consecuencias a largo plazo de este fenómeno. […]

En menos de una década, la concentración de radio-228 en las aguas del océano Ártico casi se ha doblado. El acelerado deshielo provocado por el cambio climático estaría facilitando la aportación extra de este elemento químico radiactivo desde las costas que rodean el Polo Norte. Los científicos aún no tienen claras las consecuencias a largo plazo de este fenómeno.

Junto a un grupo de colegas, Kipp tomó muestras a distintas alturas de la columna de agua desde 69 estaciones de recogida distribuidas por el Ártico, desde el este del estrecho de Bering, entre Alaska y Rusia, hasta el mismo Polo Norte. Las mediciones, realizadas en el verano de 2015 a bordo de un rompehielos de los guardacostas estadounidenses, fueron comparadas después con las obtenidas en una expedición similar realizada en 2007 por científicos alemanes.

El radio sirve a los científicos como indicador de la llegada al mar de otros materiales continentales

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Los resultados del estudio publicados en Science Advances, muestran que la concentración media de 228RA por metro cúbico de agua era de unos 71.000 millones de átomos. La cifra casi dobla las mediciones obtenidas en 2007. Aunque, en el contexto global la cantidad de radio en el Ártico apenas supera el 5% del total de todos los mares del planeta, en términos relativos, «los niveles de radio-228 en la región central del océano Atlántico son unas 10 veces más bajos que los que hemos encontrado en el centro del Ártico en 2015», aclara Kipp. La concentración es aún más baja en el Pacífico o el Índico.

¿De dónde viene tanto radio? Las dos principales fuentes naturales de este elemento son, por un lado, el torio presente en los sedimentos que se van acumulando en las plataformas continentales, la porción de tierra sumergida bajo el mar en las cercanías de la línea costera, y la aportación fluvial. A pesar de que el Ártico no es el océano más grande, aquí desembocan grandes ríos hasta el 10% del agua dulce que llega a todos los mares. Pero hay un nuevo factor que estaría alterando el equilibrio natural: el cambio climático.

Teniendo en cuenta la deriva transpolar, la fuerte corriente que mueve los hielos desde el este y hacia el norte, el exceso de radio debe de provenir de los sedimentos de la plataforma continental siberiana. Con sus 50 metros de profundidad de media, es la plataforma más extensa que hay en el planeta, con unos 1.500 kilómetros de línea costera. El deshielo provocado por el calentamiento estaría, según los científicos, exponiendo esta franja terrestre al contacto con el agua, facilitando la disolución del radio. Además, la acción de las olas sobre los sedimentos ahora desprotegidos estaría acelerando la erosión y la aportación de este elemento.

La concentración de este radio de origen natural es muy baja como para temer por su radiación

«A estos niveles, el radio no afecta al agua o la vida acuática», destaca Kipp. En realidad, los científicos usan el radio como un indicador de los materiales de la plataforma continental que acaban en el mar. «Así que, si los niveles de radio están aumentando, esto indica que las aportaciones de otros elementos también lo están haciendo», añade. Y son estos otros elementos, minerales como el hierro o las tierras raras y compuestos orgánicos en las aguas polares, los que podrían estar afectando a todo el ecosistema ártico, desde el minúsculo plancton hasta los grandes mamíferos marinos.