Eudes J. Blanco P.*
Septiembre es alfa y omega en la vida de José Tito Lino Molina. Nace este personaje el 19 de septiembre de 1928 y se suicida el 28 de septiembre de 1970, en el cementerio viejo de El Vigía.
Nació en la pequeña aldea La Platina del municipio Zea, hijo ilegitimo de Cantalicia Molina que al parecer murió cuando éste estaba muy pequeño y de Nemecio Ramírez, quien no le dio el apellido paterno. Los estudios de primaria los hizo en Zea y el oficio de panadero lo aprendió ahí, más específicamente en la panadería de Herminia de Molina, en Pata de Gallina, en la entrada del camino que conduce a la Cuchilla del Niño.
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Ya hombre se residencia en El Vigía, donde desempeña su oficio de panadero, pero otras dos facetas lo van a sacar del anonimato la música y la poesía. En la primera se destaca como serenatero al lado de su coterráneo Jesús “Chucho” Sánchez, con quien improvisa un dúo que denominan “Los Cedeñitos”, por ser los dos oriundos de Zea. Eran unos trasnochadores con sus guitarras y parrandas, pero Chucho no aguantó el trajín y lo abandono.
En la poesía se destaca por la décima formas estróficas de mayor arraigo y amplia distribución en toda Latinoamérica, siendo especialmente significativa en la poesía popular y rural, quizás el acabado de sus décimas, no satisfaga los parámetros de las normas de la espinela, pero lo que sí es indiscutible es que en cada verso elaborado por esté personaje de El Vigía, está presente la cotidianidad de la aldea y de la sociedad que la conformaba.
El comunicador
Hay que resaltar en Tito Lino, al comunicador nato. Los grandes acontecimientos y los hechos resaltantes de la aldea eran narrados y descritos por él en sus décimas que escribía, para luego trasladarse a Tovar a reproducirlas en las imprentas de esta población y retornar a venderlas en El Vigía por el precio de una locha cada hoja. Estas décimas, crónicas en verso, eran compradas por muchas personas como un medio informativo, pero sobre todo como un mecanismo recreativo y de diversión, ya que en lo versos de Tito Lino, el humor se fusionaba a la poesía en el más estricto sentido popular.
Tito Lino Molina, fue como lo describe Adán Ramírez un “hombre alegre que de cualquier cosa creaba un verso”, pero que por su conducta alejada del convencionalismo y por su forma de actuar irreverente, no era bien visto ni reconocido por muchos. Además sus charadas muchas veces fuertes, lo hacían un huésped permanente de la cárcel, situación que se incremento de manera especial en el periodo de la dictadura perejimenista.
Su poesía estaba cargada de protestas, de críticas a las injusticias materiales y espirituales de los hombres y de las autoridades, así se refleja en muchas de sus décimas en donde no solo salían a relucir los problemas de la aldea sino también los de las zonas aledañas. Pero también muestra preocupación por problemas de carácter nacional un ejemplo de ello es su décima titulada “Afuera la Inmigración”.
Por supuesto, que esta conducta del “Compositor Cedeñito”, como se autocalificaba, debió generar molestia en quienes ejercían el poder, por ello que la trascendencia de este personaje haya sido limitada, el mismo reclamaba un mayor respeto en su labor de poeta y comunicador; quizás un mezquino y reducido concepto de cultura no permitió el reconocimiento que se merece.
En lo que respecta a su vida familiar en El Vigía, contrajo matrimonio a los 27 años, el 3 de mayo de 1956 con Anastacia “Nacha” Pereira Dugarte de 15 años de edad y natural del Municipio Estanques, Distrito Sucre del Estado Mérida, de esta unión nacieron dos hijos, pero la pareja con el tiempo se separo.
Tito Lino tuvo un final trágico, falleció en El Vigía el lunes 28 de septiembre de 1970 a la edad de 42 años recién cumplidos, al suicidarse “de balazo en la cabeza en el cementerio viejo de la aldea de El Vigía, conocido por los otrora pobladores como El Guaimaral, ubicado en lo que hoy es el Parque metropolitano de la capital del municipio Alberto Adriani.
Su vida había sido intensa y la declamación y el canto lo llevaba rayado en sus genes, como lo expresa el escritor J.G. Guerrero Lobo, su mejor biógrafo, quien el 30 de julio del 2010 lo sacaba del anonimato con la publicación de su novela “Titolino”.
Con la novela Titolino, Guerrero Lobo trasladada a José Tito Lino Molina a una nueva dimensión, que va muchos más allá del simple calificativo de “El poeta popular de la aldea El Vigía”, que nos legara la cantautora Yajaira Paruta, para convertirlo en el símbolo del memorial de El Vigía, lo que sin lugar a dudas es un tributo a la vigiensidad.
* Historiador – eudesblanc@gmail.com