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Los ríos se secan

Jóvito Valbuena Gómez*

Decir que los ríos se secan no es ninguna novedad. Pero ver cuán secos están sí es alarmante. Tampoco es novedad decir que la deforestación y el uso irracional del agua son causas de la sequía. Pero ahora hay que sumar el progresivo calentamiento global del planeta Tierra y del Fenómeno del Niño que, particularmente, en los últimos tres años han afectado la disponibilidad de agua en los ríos y en todo tipo de humedales.

Concretemos el asunto en las cuencas de los ríos Escalante y Chama por ser los que bañan las tierras del Municipio Alberto Adriani y por tener, en la historia de la agricultura y de las comunicaciones comerciales merideñas, un importante significado. Además son, junto con los ríos Motatán y Torondoy, los ríos de mayor volumen de agua que nacen en la cordillera de Mérida. Entre paréntesis se anotan en orden descendente los volúmenes correspondientes: Escalante (120 m3/seg) Torondoy (55 m3/s) Chama (50 m3/s) y Motatán (46 m3/s). La novedad es que están secos o reducidos al mínimo por falta de lluvias en sus cabeceras.

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Por tanto, no aportan suficiente agua potable ni para labores agrícolas. Los acueductos no abastecen, los sistemas de riego trabajan al mínimo y los bebederos de los potreros desaparecen. En los periodos normalmente secos de los dos últimos años, se han visto totalmente secas algunas quebradas afluentes de esos ríos. Por ejemplo, soy testigo personal de la sequedad total de la quebrada Las Cocuizas, tributaria importante de la cuenca media del río Escalante. Este mismo río, en estos días del mes de julio, a pesar de haber llovido 60 mm, no lleva más del 10% de su volumen de agua (120 m3/s). Y en Santa Bárbara del Zulia, otrora importantísimo puerto fluvial del sur del lago zuliano, merideño y tachirense “el Escalante es un charco” que entristece a todos sus habitantes. ¡Esta si es novedad alarmante!

Al Chama lo favorecen las nevadas de mediados de año y las nacientes de agua en la selva nublada protegida por los parques nacionales de la Sierra de Mérida. Pero los afluentes rio Negro y Mocotíes, cuyas nacientes atraviesan páramos secos, no pueden aumentar como antes la escorrentía del Chama al pasar por El Vigía.

Como la sequia es progresiva y amenaza con hacerse sustentable, los organismos ambientales por presión de las comunidades y algunos poderes públicos municipales decretan programas y jornadas de reforestación en las cuencas altas. Pero como nadie le para a la decretocracia por ser temporal o discontinua, carente de recursos y parcial o localizada en algunos sectores, no en toda la extensión de las cuencas, todo resulta ineficiente y los ríos continúan secándose. Esto tampoco es novedad en un pueblo que se acostumbra a sufrir los impactos negativos de la sequía, pero si es alarmante saber que el calentamiento global no se detiene, que el Fenómeno del  Niño se repite imprevistamente y que los ríos podríamos verlos definitivamente secos si no actuamos mediante programas sustentables, masivos, integrales, inteligentes y eficientes.

* Geógrafo – valbuena_2000@yahoo.com

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