Es una obra que no pretende dar una única explicación del holocausto sino «sumar a los conocidos un nuevo aspecto»: como la expoliación de los trabajos forzosos y la gran popularidad de Hitler se producían en beneficio y con la complicidad de la mayoría de los alemanes
Es una obra que no pretende dar una única explicación del holocausto sino «sumar a los conocidos un nuevo aspecto»: como la expoliación de los trabajos forzosos y la gran popularidad de Hitler se producían en beneficio y con la complicidad de la mayoría de los alemanes
Götz Aly**, historiador (Alemania, 1947), autor de «La utopía nazi. Cómo Hitler compró a los alemanes» Editorial Crítica, (Barcelona), 2007, 488 páginas, es una obra que no pretende dar una única explicación del holocausto sino «sumar a los conocidos un nuevo aspecto»: como la expoliación de los trabajos forzosos y la gran popularidad de Hitler se producían en beneficio y con la complicidad de la mayoría de los alemanes.
Con ello, el escritor-historiador critica el «peso excesivo» que se ha dado a las causas conocidas del holocausto. «Si decimos que fue solo por el antisemitismo vil, nos permite aislar el problema» y añadió, «en cambio decimos que se compró a los alemanes y éstos se beneficiaron de la seguridad y bienestar material». Para él es una tesis actual ya que «cualquier gobierno que hoy incrementara las jubilaciones sin gravar a los asalariados activos, ganaría las próximas elecciones».
La explicación, que considera «más cercana a la realidad de hoy», surgió hace cuatro años. «Actualmente, cuando debemos la felicidad a la derrota de Hitler, sabemos la importancia de las subidas de las jubilaciones para la política» y que «los trabajadores forzosos las financiaron, de forma que las empresas pudieron pagar a los trabajadores normales», agregó. Así, el hambre, el pillaje y la expoliación de la Europa ocupada como la exterminación de los judíos y saqueo de sus bienes sirvieron para asegurar el nivel de vida alemán. «La gente calmaba las conciencias», afirmó.
El hecho de que esta argumentación haya permanecido «oculta» hasta ahora, lo atribuye a un motivo «muy humano»: que «las víctimas que sobrevivieron tenían el mismo interés que los verdugos en mantenerse alejados de estos crímenes». Por eso dijo que «se necesitan dos o más generaciones para ir descubriendo cada vez más aspectos», un periodo largo que a juicio de Aly explica la gravedad de los hechos ante la que «se ha cerrado los ojos».
La investigación que se lleva a cabo en «La utopía nazi» desvela, según el autor premiado por luchar contra la relativización de los crímenes nazis, «un aspecto provocativo». Decir que el Estado social alemán no solo se debe a Bismark y a un logro de la clase obrera sino también al éxito del nazismo», es hablar del concepto de igualdad que Hitler contemplaba.
Una igualdad «social y económica», no ante la ley, y que enfocaba «hacia dentro»: el 95% de los alemanes, ricos o pobres, pertenecían a la raza superior mientras el antisemitismo promovía el odio hacia el exterior. «La igualdad ha sido poco desarrollada en Alemania, lo cual es una tragedia», lamentó recordando que el mismo Hitler y gran cantidad de los oficiales del movimiento nazi representaron durante la República de Weimar a la clase baja de la sociedad, «habían experimentado la pobreza». Estas ideas se traducían en hechos concretos, tales como subir los impuestos a las clases adineradas para ayudar a financiar los gastos de la «cara» segunda guerra mundial.
«Guardar la apariencia de estabilidad» fue para el autor el objetivo del líder del nacionalsocialismo. Hitler, al que compara con «un equilibrista», entiende que perdió el equilibrio en una fase temprana y por eso avanzó cada vez más rápido pero sin poder evitar su caída. Algo que justifica que el sistema hitleriano, «una bola de nieve terrorífica», cuanto más tiempo pasaba empleara métodos más brutales.
Aly aseguró también que en el régimen totalitario muy pocos eran los nazis convencidos, así que los alemanes que hoy intentan comprender estos hechos sufren una «tensión extraña» entre el consenso de la historia alemana y las historias privadas de sus familiares. «No encuentran en las cartas o diarios ningún indicio de una ideología nazi, de la imagen negativa que les han atribuido».
Así los derechos jurídicos dependerán del grado en el que un ciudadano sea “miembro útil de la comunidad”, es decir, se doblegue a la tiranía dominante o coincida con su definición de sociedad y de ciudadano.
Evidentemente, el poder puede saltarse sus propias leyes en aras de ese bien común, por interés propio. No olvidemos que la “revolución” nazi fue calificada de “revolución legal”, y que el nazismo tuvo su marco jurídico, si bien excepcional.
Evidentemente, Hitler operaba más cómodamente a base de decretos y órdenes expeditivas, sin necesidad de abolir la Constitución de Weimar, simplemente violándola y conservando el disfraz de legalista formal.
Götz Aly habla de que hay un «vínculo ausente» cuando la gente se da cuenta «hasta con tristeza» que su familia no era nazi. El panorama de tierra arrasada se extendía Kilómetro y kilómetros.
** Götz Haydar Aly, nacido en 1947, ha adquirido renombre internacional por sus trabajos sobre la historia del nazismo. Actualmente es profesor invitado en el Instituto Fritz Bauer de Frankfurt, donde ocupa un puesto de investigación interdisciplinaria sobre la Shoah. Ha recibido el prestigioso premio literario Heinrich-Mann y el premio Marion-Samuel, concedido a autores que con sus escritos contribuyen a luchar contra el olvido y la relativización de los crímenes nazis.
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