Los hombres que han dirigido el Estado en estos últimos diez y siete años, han destruido toda nuestra producción nacional en el campo Agro-económico-industrial y han llevado al ciudadano a pasar las penurias más adversas, debemos indicar los peligros que asechan a la República

j. g. guerrero lobo*

 

Los hombres que han dirigido el Estado en estos últimos diez y siete años, han destruido toda nuestra producción nacional en el campo Agro-económico-industrial y han  llevado al ciudadano a pasar las penurias más adversas,  debemos indicar los peligros que asechan a la República. Por qué a la República  y no al país,  optimista nos empeñamos en justificar, que hay  conciencia republicana y verdadero talante democrático, para aspirar una sociedad justa.

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Aquí en Venezuela, asistimos al declive del hombre público, como dijera Milan Kundera, la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Y con este artículo dejamos un arsenal para la memoria, llenas de pasión civilista y polémica democrática venezolana, tratando de sacudir la pasividad y la modorra de muchos, que con su apatía, han contribuido y contribuyen a esta tragedia nacional, hoy  como en el siglo XIX el siglo de guerra, para los venezolanos no era el Presidente de la República, sino un general determinando quien tiene en sus manos el poder, un país que no lograba todavía su integración cabal como Estado y desconocía el concepto de Nación: no podía lograr la consolidación política, ya que se encontraba bajo circunstancias extremas de desacuerdo social, viviendo en una constante anarquía, imperaba en el país un permanente clima de guerra auspiciado  por una multitud de caudillos nacionales, regionales y locales peleándose entre si. La sucesión es indeterminable de constantes levantamientos revoluciones y contra-revoluciones ellas marcaron la historia venezolana del siglo XIX.

Estamos en una regresión muy peligrosa los operadores del poder han hecho de la Constitución Nacional Bolivariana su amuleto, que vulneran y transgrede concientemente, le anteponen el Plan de la Patria o estado comunal, vulgar copia del Proyecto Nueva República, de Jorge Olavarria, libro editado por la Fundación para Una Nueva República, 685 paginas, editorial arte, Caracas, 1988.

La destrucción de la institucionalidad, fue algo premeditado, así se confiesa Maritza Izaguirre: no supimos leer el chavismo en sus comienzos porque la idea de tierra arrasada, una institucionalidad paralela que nos llevaría  como un viaje espacial al socialismo utópico. Esas fantasiosas ideas de la izquierda trasnochada  al ancien regime al precio que sea y ella continúa por ejemplo, cuando yo me quedé los seis meses en el gobierno del presidente Chavez, lo hice por una solicitud personal, no solo el presidente, sino sus asesores políticos,  José Vicente Rangel y Luis Miquilena, quienes hablaron conmigo, bajo la premisa de que era importante mantener cierta estabilidad inicial, mientras se tomaban medidas y se diseñaban políticas. Y ellos afirmaron que mi estadía en el gobierno era necesaria para tranquilizar los mercados.

Aquellos chaparrones trajeron estos lodos, las últimas 17 decisiones o sentencias del Tribunal Supremo de Justicia para así descuadernar la constitución y colocar contra la pared a La Asamblea Nacional como Poder Público Nacional; la descarada actuación  del Consejo Nacional Electoral y así enervar al ciudadano y retrasar nuestros derechos par la recolección del 20 % de las firmas y así activar referéndum revocatorio y de cumplimiento a lo establecido en la letra de la Carta Magna; La Fiscalía del Ministerio Público solo actuando únicamente frente a los disidentes ciudadanos que protestan contra el régimen; las cárceles, se creó un ministerio y se le asignó una dama, sujetas al  gobierno interno con jefe y su corte llamados  pranes desde donde se planifica y organizan secuestros, tráfico de drogas, extorsión y otros delitos. La corrupción campea en todos los niveles incluyendo los concejos comunales y comunas; los militares se adueñan de la distribución de los alimentos permitiendo que la mayoría pase al bachaqueo; los delincuentes armados ya no solo son bandas sino grandes mega-bandas  con armamento sofisticado que agente de seguridad del estado domine.

Aquí la justicia es la injusticia del adversario y hoy la sociedad, nada es casual sino algo intencional porque así controla a los ciudadanos, con el miedo y el hambre, sin medicamentos, niños muriéndose y de los ancianos no se hable.

-Acaso esto no es la locura del poder.

La locura del poder
La locura del poder

*escritorjgglobo@gmail.com