Eudes J. Blanco P.*
El aeropuerto Juan Pablo Pérez Alfonso fue inaugurado el 31 de julio de 1991, con la presencia del señor Presidente Carlos Andrés Pérez, los ministros de Desarrollo Urbano y Transporte y Comunicaciones, Luís Penzini Fleury y Roberto Smith, el gobernador Jesús Rondón Nucete y el alcalde Orosman Rojas.
El protocolo de ese día 31 de julio, fue el siguiente: Petición al presidente para iniciar el acto; palabras de la doctora María Teresa Vielma, mujer estrechamente vinculada al desarrollo del municipio, en representación del Comité Centenario de El Vigía; palabras del general Nilson Colina en representación del MTC; palabras del gobernador Jesús Rondón Nucete; y por supuesto las palabras del primer mandatario nacional; posterior a las intervenciones se realizó un desfile aéreo y se culminó con la develación de la placa alusiva a la inauguración.
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Hay que destacar que la fecha pautada para su inauguración inicialmente era el día 28 de julio enmarcado en la celebración de los noventa y nueve años del primer recorrido del Ferrocarril Santa Bárbara – El Vigía, pero se suspendió y se corrió para el día 31, debido a que el presidente Carlos Andrés Pérez, ese día 28, recibió al líder surafricano Nelson Mandela en lo que era su primer viaje por Latinoamérica.
De una pista a aeropuerto internacional
El origen inicial de este aeropuerto, se encuentra en la década de los setenta, cuando por iniciativa de un grupo de ciudadanos del municipio se construyo en el espacio en que hoy se encuentra, una pista de aterrizaje, en la cual jugó un papel fundamental el arquitecto Alfredo Abolio, quien fuera para el momento Ingeniero Municipal del Concejo Municipal.
La Iniciativa de la actual estructura es producto de un proyecto que tuvo como impulsadores a Roberto Smith Perera, Luis Penzini Fleuri y Jesús Rondón Nucete. Fue una obra conjunta entre el Ministerio de Transporte y Comunicación, el Ministerio de Desarrollo Urbano, la Gobernación del Estado Mérida y la empresa Petróleos de Venezuela S.A., la cual tuvo un costo de 465.04 millones de bolívares.
Este aeropuerto formado por un área de 3.750 m² y una zona de seguridad de 150 metros aproximadamente, tiene una pista de 3.240 metros de longitud y 60 metros de ancho, es la segunda más larga de Venezuela después de la del Aeropuerto Internacional de Maiquetía. Cuenta con balizaje nocturno, lo que permite operaciones de vuelos visuales en la noche. Está equipado con sistema de suministro de combustible por tubería directo al avión, gracias a una planta instalada por Pdvsa, cuenta con un estacionamiento de 30.750 m2.
Con estas características el aeropuerto está en condiciones de recibir cualquier tipo de avión de cuerpo ancho, como el Boeing 747 o el Douglas DC-10, constituyéndose la vía de comunicación de mayor importancia potencial para el municipio, por llegar a permitir en un futuro inmediato, el enlace entre vuelos de carácter nacional e internacional.
Posteriormente en 1997 el aeropuerto adquirió equipos de radio ayuda de tecnología francesa, las cuales no fueron instaladas sino hasta el año 2006, en este mismo año se inicia la búsqueda de la certificación como aeropuerto internacional, en la actualidad la misma no se ha logrado del todo y el gobierno regional el año pasado (2015), realizó un importante aporte para mejorar los programas de operaciones y de seguridad, siendo estas las principales características que rigen la certificación internacional de un aeropuerto, aunado al personal y la infraestructura. Para el momento ya fue entregada la certificación de la parte operacional mientras que el programa de seguridad dependerá del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (Inac), por lo que una vez certificado comenzarán los trabajos de ampliación, los cuales constarán de una ingeniería basada en normativas internacionales para satisfacer las exigencias y seguridad de cada pasajero.
Oposición al aeropuerto
La apertura del aeródromo internacional de El Vigía, causó malestar en diversos políticos y empresarios de la ciudad de Mérida, debido principalmente a una razón, el cierre del terminal aéreo Alberto Carnevali. El ingeniero Néstor Trujillo Herrera, presidente de la Cámara de Comercio de Mérida, señalaba que el empresariado merideño no permitiría el cierre del aeródromo. El segundo organismo en expresar su desacuerdo fue la Asamblea Legislativa, los diputados Jesús Alberto Barrios, José Gregorio Chuecos y Alexis Paparoni, señalaron que algunos personeros del Ministerio de Transporte y Comunicaciones habían manifestado su decisión de abrir el terminal aéreo de El Vigía y destinar al Alberto Carnevali solamente para vuelos menores.
El presidente de la corporación, el legislador Chuecos, dijo que nada ganarían los merideños con la apertura del Pérez Alfonzo si no se terminaba la carretera hoy denominada autopista Rafael Caldera, que se estaba construyendo para entonces. Aunque señalaron que no se oponían a la inauguración de aeropuerto de El Vigía, si lo hacían ante el eminente cierre de el de Mérida, ello aumentaría el volumen de tránsito entre las dos ciudades; se deterioraría mucho más la carretera La Victoria-El Vigía; y se aumentaría el número de accidentes. Otra autoridad que se pronunció en similares términos fue Fortunato González, alcalde de la ciudad de Mérida..
La voz de defensa del aeropuerto de El Vigía, no se hizo esperar y estuvo en la vocería de Juan de Dios Pimentel, directivo de la Asociación de Comerciantes e Industriales de El Vigía (Aciv) y miembro del Comité Centenario de la ciudad de El Vigía, quien calificó a los diputados merideños como enemigos públicos y propuso que no fueran invitados a la inauguración. En la misma tónica se pronunció la Cámara Municipal de Alberto Adriani, y el alcalde Orosmán Rojas.
Los planteamientos de Pimentel hicieron que se pronunciaran nuevamente los legisladores Barrios y Chuecos, el primero dijo que la corporación no estaba en contra de El Vigía, pues es una de las zonas agropecuarias más importantes del estado, y lo que se había generado era un mal entendido porque lo decidido era apoyar para que la carretera Mérida-Panamericana fuera concluida lo más pronto posible. Advirtia Chuecos que el cuerpo colegiado debía investigar la forma en que sería abierto el aeropuerto porque podría suceder que la obra se inaugurara pero se convirtiera en un elefante blanco que no funcionase.
Una posición más moderada fue la planteada por el dirigente regional de Copei Eduardo Silguero al proponer que Mérida y El Vigía debían complementar su tráfico aéreo. Propuso establecer dos vuelos por la mañana para Mérida y los restantes para El Vigía, además consideraba urgente que se culminara la vía ente las dos localidades.
Otro que salió en la defensa del aeropuerto fue Jesús Alberto Trujillo, quien consideraba de inconscientes a los legisladores por hacer oposición, olvidándose del peligro que significaba el aeropuerto Alberto Carnevali que se ubica casi en el centro de la ciudad. Cabe destacar que el gobernador del estado Jesús Rondón Nucete, fue uno de los principales impulsores y defensores de la apertura del aeropuerto Juan Pablo Pérez Alfonzo.
Hay que destacar en esta inauguración el papel jugado por el ministro de Transporte y Comunicaciones Roberto Smith, quien realizó la inspección final de la obra que estaba en un 95 %, días antes de su apertura y el aporte hecho por la compañía Aerovías Venezolanas, mejor conocida como AVENSA quien financió parte de la construcción del terminal aéreo.
Días antes de esta inspección las máximas autoridades aeronáuticas del Ministerio de Transporte y Comunicaciones: general Nelson Colina, director general sectorial de transporte aéreo, Tomás Sáez, director de aeropuertos, Edgardo Romero, director de ingeniería de tránsito aéreo y Jacobo Rimer, director estadal del MTC en Mérida, visitaron la obra a inaugurar y señalaron que se iniciarían con vuelos diurnos a partir del 31 de julio, fecha definitiva de su apertura y las operaciones internacionales se activarían en 1992, porque faltaban cumplir algunas normas de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), esta promesa de tránsito internacional veinticinco años después, se sigue esperando.