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In memóriam Abbas Kiarostami 1940 -2016

j.g. guerrero lobo*

 

Uno de los grandes del cine Iraní, fallece  en París, el lunes 4 de julio de 2016, cociente de haber capturado el tiempo, sustancia misteriosa liquida, ancho e incapturable, en el estrecho cause de una cinta de celuloide, cosa nada fácil, que no está al alcance de todos cuantos se dedican a fabricar películas y solo unos pocos elegidos entre miles, logran alcanzar y sin que se sepa, allí donde  la pantalla se escapa sensación de una autentica captura del tiempo, ante el cine considerado de arte mayor, cumbre de la imaginación contemporánea y  voz  ineludible del espíritu de este tiempo.

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Abbas Kiarostami, había nacido, en Teherán-Irán, el  22 de junio de 1940, quien junto a Roberto Rossellini, el gran maestro del cine moderno, nos  enseño a ver y mirar (el cine) de otra manera, revelarnos la esencia de  imágenes y  sonidos, su trampantojo, la verdad  profunda, y su conexión con la vida. Falleció a los 76 años en París, donde se había trasladado para recibir tratamiento al cáncer gastrointestinal que le habían diagnosticaron en marzo. Termina así la vida del jefe de la nueva ola del cine iraní, poeta, pintor, fotógrafo y artista ocasional, que habrá explorado nuevas vías para el cine contemporáneo, abriéndolo a otros espacios físicos y humanos, y así  expande su paleta de colores valorando la gran sensibilidad humanística y representar  su espíritu de voluntad documental.

Su obra contó siempre con el favor de la crítica y se hizo con numerosas recompensas internacionales. Además del premio en Cannes, Kiarostami ganó el Gran Premio del Jurado en Venecia por El viento nos llevará y el Leopardo de Honor en Locarno en reconocimiento a toda su carrera, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, que concede los Oscar, le incluyó en su lista de 700 nuevos miembros invitados a unirse a sus filas. Con su muerte se marcha el cineasta, el poeta, el escritor, y el hombre protegido tras sus lentes oscuras y de sonrisa irónica.

Formado como artista plástico, diseñó carteles, publicidad y dirigió un centenar de anuncios televisivos, ilustro libros infantiles. A los 29 años, empezó a trabajar en el Kanun, un centro para el desarrollo intelectual de los niños iraníes, donde rodó películas educativas destinadas a los jóvenes. Solía decir que, gracias a esos reportajes, se convirtió en artista. En ese ambiente rodó su primer cortometraje, El pan y la calle, muy influido por el neorrealismo italiano, que basó en experiencias de su propia juventud. Le siguieron largometrajes como Gozaresh (1977) y Párvulos (1984). Y el reconocimiento internacional no se hizo esperar, le llegó con ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987), que inauguró la llamada trilogía Koker, y al que siguieron Close Up (1990), Y la vida continúa (1992) y A través de los olivos (1994). Su consagración llegó con El sabor de las cerezas (1997)1, la historia de un hombre conduciendo sin rumbo para encontrar a alguien que le ayude a suicidarse, que ganó la Palma de Oro en Cannes y le convirtió en uno de los nombres más destacados del cine de autor a nivel internacional. Kiarostami fue venerado por autores como Akira Kurosawa o  Quentin Tarantino, que veían en él a un heredero de Rossellini. Compartía su gusto por los personajes infantiles, a causa de los inicios de su carrera.

Con Kiarostami no podía darse nunca nada por sentado, y uno sabía que detrás de cada imagen, detrás de cada rostro, detrás de cada sendero zigzagueante en el paisaje, había siempre un poeta revelando su verdad más profunda que la de la mera superficie de las cosas.

El cine iraní lloró la desaparición de su maestro. El director Asghar Farhadi, autor de Nader y Simin, una separación, se dijo “en estado de shock total”. “No era solo un cineasta, sino un místico moderno, tanto en su cine como en su vida privada”, expresó a The Guardian. “Abrió el camino a otros e influyó en mucha gente. No es solo en el mundo del cine el que pierde a un gran hombre, sino el mundo entero el que pierde a alguien realmente magnífico”. Por su parte, el cineasta Mohsen Makhmalbaf sostuvo que el cine iraní no sería lo que es sin Kiarostami, al que responsabilizó de la visibilidad adquirida. “Kiarostami dio al cine iraní la credibilidad internacional que tiene hoy, aunque sus películas, desafortunadamente, no se veían tanto en Irán. Cambió el cine del mundo, lo refrescó y lo humanizó en contraste con la versión de Hollywood”, afirmó  Makhmalbaf, calificándolo como un hombre al que le gustaba la vida. El arte nos llama para extraer de nuestra realidad una verdad oculta difícil de descubrir, y que no se encuentra a un nivel material, sino espiritual, por eso es tan difícil aceptar su muerte.

1 Ver en: https://youtu.be/FVVs26dQnGs

*escritor, jgglobo@gmail

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