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Del bochinche al berrinche

Antonio José Monagas*

Hacer historia no parece tan fácil como pudiera pensarse. El problema de escribirla, no estriba tanto en los hechos, como en quien lo hace. Por eso, cada historiador lo hace a su modo,  a su juicio. Indistintamente del método que la historiografía puede recomendarle. Sin embargo, existen consideraciones que no siempre permiten razonar al historiador más allá de lo que su ideología puede inducirle. Así se tiene que para la historia no toda realidad puede analizarse como la matemática resuelve fracciones. Es decir, basándose en el empleo del criterio del Mínimo Común Denominador para hacer operables  las fracciones en cuestión.

Lo que ahora cabe anotar, luego de la anterior explicación, tiene que ver con el particular carácter que le ha dado significación a cada uno de los días que se han sucedido desde el 5-E. Cada día es propio de llenar un capítulo completo de la historia política contemporánea de Venezuela. Cada día, Caracas y el país entero despiertan en medio de todas las emociones posibles que caben en el expectante mundo de sueños y necesidades de una población que se ha visto postrada ante la ola de represiones, opresiones y humillaciones que sólo ha sabido ofrecer un gobierno de despótica condición en los años que van de siglo XXI.

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Entrada cada mañana, el Hemiciclo se encuentra servido para recibir, entre crudas tensiones que afortunadamente no exasperan el ambiente político más allá de alguna escaramuza de menor cuantía, a los diputados de ambas facciones. Entre abucheos y ovaciones, cada agrupación de legisladores electos, lleva preparado un guión de participación. Desde ideas que contemplan propuestas firmes de trabajo legislativo, hasta aquellas dirigidas a intimidar mediante insultos y sarcasmos, las opiniones de cada bancada. Aunque la parte dura, la soporta la fracción de la Unidad Democrática.

Por otro lado, en el país, las protestas juegan un papel significativo. Las muestras de rechazo hacia la gestión de gobierno, no se hacen esperar. Siguen reconociéndose problemas derivados de la indolente y anodina gestión de gobierno. Ahí está la crisis económica que castiga al país social, sumada a la evidente y patente corrupción, la consternación avivada por la escasez y el agobio provocado por la grosera inflación y la falta de medicamentos y de alimentos. Todo el país se ha reducido a un bochinche intencionado. Y posiblemente, tramado. Cuando habla cualquier encopetado, representante del alto gobierno, pareciera estar en una deliberación cuyos derechos de palabra parecen arengas sólo dirigidas a reivindicar el poder como problema de gobierno. Es decir, el régimen sigue sin atender y entender el clamor de un país político que protesta mediante el voto para así hallar un país que yace extraviado entre los desguaces generados por la ineptitud y apatía de estos gobernantes.

Luego del bochinche armado por funcionarios de bravucona y ridícula estirpe, estos se empeñan en arrogarse una actitud que no se compadece de los problemas que afronta la economía, la política y la sociedad venezolana. La radicalización asumida por estos afectos al gobierno, no parece otra cosa que un berrinche, chantaje o un enojo alocado. Sus actitudes son como las de quien tiene rabietas pero que no acepta límites.

Es así como sus quejas y lloriqueos de quienes comulgan con tan patética “revolución”, están dedicadas a patalear, gritar o sacudir. O sea, un fenómeno utilizado como recurso para conseguir algo y cuya intensidad depende en gran medida de la atención que logran captar. Tal es la conducta de estos furibundos actores dependientes del gobierno central, que hacen ver al resto del mundo que su alboroto es una pensada táctica provocada por la oposición  democrática. Aunque en el fondo de tan absurda situación, continúan con la ridiculez de actuar creyendo que pueden desprenderse de lo que significa estar no sólo “del tingo al tango”. Sino aún peor, del bochinche al berrinche.

VENTANA DE PAPEL

¡inspirando vidas!

No siempre, las promesas terminan realizándose. Sobre todo, cuando las circunstancias se empeñan en oscurecer el propósito implícito en la declaración hecha por quien se atreve a plantearse una nueva vida. Particularmente, cuando esas promesas vienen envueltas en la frivolidad bajo la cual se pronuncian. Pero cuando esas promesas se expresan a conciencia y desde un corazón enrolado por un futuro promisorio, iluminado por la luz que emana las emociones constructivas, las realidades se tornan diferentes. Se tornan tan despejadas como cristalina es el agua que emana del claro pedernal. Sin embargo, vale explicar que el problema de ver enturbiadas o oscurecidas  promesas de vida, no necesariamente tiene su fuente en la manera de cómo la persona suscribe su acción y movimiento al contexto en el cual busca actuar o está haciéndolo. Es fundamentalmente, un problema de visión, de condición humana y de razón de vida.

Vale este exordio para referir la hermosa, significativa y pertinente tarea de formar líderes. O mejor dicho, descubrirle a cada quien su potencial cualidad, virtudes y calidad de liderazgo que por naturaleza tiene todo ser humano. No obstante, todo radica en descubrirlo para luego hacer que identifique sus barreras a fin de ajustarse a un nuevo paradigma de vida. Pero además, el proceso pasa por reinventar a esa persona de cara a una productiva y grandiosa vida para la cual puede prepararse desde lo más profundo de su ser. O sea, desde sus sentimientos por cuanto en ellos radica el poder con el que va a actuar e inducir soluciones para lo sucesivo.

Tan delicada labor, viene realizándola una institución llevada de la mano por gente no sólo motivada, organizada y formada para hacerlo. Sino mejor aún, espiritual y emocionalmente capacitada para llevarlo siempre, a quien así lo desee, a su máxima posibilidad en su grandeza y creatividad. Ya son cuatro años que Líderes Inspirando Vidas, LIV, viene capitalizando propósitos de crecimiento y bienestar colectivo. En tan corto tiempo, ha logrado que muchos venezolanos sean hoy aporte para el país y el mundo. Son cuatro años, ¡inspirando vidas!. (Y los que faltan…)

* Politólogo – antoniomonagas@gmail.com

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