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Aunque el autoexamen es el primer paso para detectar anomalías de seno, los diagnósticos imagenológicos son otro mecanismo efectivo. La mamografía, ecografía y resonancia nuclear magnética son los exámenes más usados.

Pero, el médico radiólogo José Luis Puello señala que existe confusión sobre el  tipo de estudio que se debe solicitar dependiendo el caso y las edades en las cuales debe ser practicado cada uno. A continuación la explicación de lo que constituye cada examen, sus ventajas y desventajas.

Mamografía

La mamografía o mamograma se realiza en personas mayores de 30 años y logra detectar quistes, tumores, microcalcificaciones y  masas hasta dos años antes de ser palpables.

“Se utilizan rayos X para obtener una imagen detallada de la mama. El tejido graso aparece más oscuro y el conjuntivo aparece con diferentes tonos de blanco. Las masas son de color blanco. Puede detectar microcalcificaciones de hasta 0.5 milímetros”, explica José Luis Puello.

“Permite detectar hasta en un 85 % los cánceres de mama”, agrega.

Puello indica que es un método seguro, eficaz, no invasivo, en el cual la cantidad de radiación es baja comparada con la de hace 30 años.

La mamografía puede gener molestia porque se comprime el seno durante el examen y se producen algunas dificultades de visualización en pacientes con prótesis de silicona o de solución salina, las cuales podrían ocultar las lesiones.

Este examen es menos eficaz para detectar masas en menores de 30 años y un resultado negativo en ellas no necesariamente elimina la posibilidad de cáncer.

Ecografía

La ecografía, también llamada ultrasonografía o sonografia, determina específicamente la densidad de la lesión y se utiliza en menores de 30 años, debido a que el cáncer de mama es extremadamente raro a esta edad (menos del 1 %).

“Es para saber si la masa tiene contenido líquido (quiste) o es sólida. Esto debido a que, en muchas ocasiones, la mamografía  muestra tejido denso o blanco y no es posible diferenciarlas. La diferencia entre estas masas es que los tumores malignos son de características sólidas y los quistes son sacos de líquido, los cuales en el 99 % de los casos son benignos y no suelen tener importancia clínica. Con este método también se puede detectar un tumor originado dentro del quiste”, dice el médico radiólogo.

La ecografía también sirve de guía para procedimientos como biopsias de masas, que se realizan con aguja fina o gruesa (dependiendo el caso); demarcaciones de lesiones previas a la cirugía en masas no palpables y para aspiraciones de quistes o drenajes de abscesos.

Para José Luis Puello, “es mucho más fácil por su valor económico, no utiliza radiaciones ionizantes, por lo tanto se puede utilizar hasta en mujeres embarazadas y las imágenes se obtienen de inmediato”.

Con respecto a la mamografía, su desventaja es que no muestra en detalle los tejidos, casi nunca puede detectar la presencia de microcalcificaciones y con ella se pueden obtener muchos resultados falsos positivos o falsos negativos.

Resonancia magnética

La resonancia magnética genera una imagen digital detallada de las mamas que permite ver profundamente cualquier anomalía.

“Es eficaz para detectar tumores en senos que presentan más de un cáncer, detecta la extensión de los tumores hacia la pared torácica, a través de ella se puede diferenciar un tejido cicatrizal en una mama previamente operada, de un tumor maligno en desarrollo; ayuda a evaluar las mamas de quienes tienen prótesis, permite ver las áreas sospechosas en tres dimensiones y detecta con mayor eficacia las rupturas que pueden ocurrir en los implantes mamarios”, manifiesta el especialista.

Este método, como todos los anteriores, tienen alguna desventajas: es extremadamente costoso y menos accesible porque existen pocas unidades con esta tecnología en los países en vía de desarrollo; tiene un alto índice de falsos positivos, no detecta microcalcificaciones, no es apto para aquellos pacientes que sufren claustrofobia y no toleran la sensación de estar encerrados dentro de un tubo estrecho.