A lo largo del tiempo el ser humano ha evolucionado de forma progresiva no sólo fisiológica, biológica e intelectualmente sino que su cotidianidad se ve rodeada de neo elementos participativos, omitidos e interactivos que lo llevan en algunos casos a ocultarse, escudarse, actuar o expresarse como mejor le parezca de acuerdo a las circunstancias que […]

A lo largo del tiempo el ser humano ha evolucionado de forma progresiva no sólo fisiológica, biológica e intelectualmente sino que su cotidianidad se ve rodeada de neo elementos participativos, omitidos e interactivos que lo llevan en algunos casos a ocultarse, escudarse, actuar o expresarse como mejor le parezca de acuerdo a las circunstancias que lo rodean, es decir, el sujeto activo o protagonista de su propia vida decidirá cómo, dónde, por qué, quienes y en qué momento aplica mayor o menor intensidad de autoestima, tratando de ser consecuente y emocionalmente a objeto de mantener el adecuado equilibrio en la dualidad consciencia – sentimiento ,bajo el estándar acontecimiento – espacio.

Los extremos emocionales no encauzados ceden bajo la premisa de la coherencia que a pesar de ser en este contexto subjetiva es su vez vinculante y determinante para la humanidad por aquello de llegar a ser fructíferos o perjudiciales en cuanto a la proporcionalidad actoral y a la valoración de la susceptibilidad.

En pocas palabras si el yo individual no se aprecia adecuada ni acertadamente, siempre será susceptible de resultados negativos y de igual manera si se sobrevalora, el saldo arrojado será el mismo para ambos casos, rechazo social en menor o mayor escala de acuerdo al contexto, molestia o violencia dosificada al grado elegido de actuación o pasividad sentimental.

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Ahora bien, al comprender la primera etapa del camino al bienestar la misma dependerá que el participante configure la interacción de acuerdo a su percepción bien sea en la fragilidad, dentro del equilibrio = fortaleza o basado en la sobre estimulación estructural mental.

Instante cuando el humano entiende la realidad, decidiendo aceptarla y exteriorizarla dentro del espectro de fortalezas y limitaciones a los efectos de establecer parámetros de aceptabilidad racional, estando en plena capacidad de actuar en lo personal y frente a los demás por tener activo el discernimiento, herramienta que le permite al homo sapiens sapiens trascender las barreras de lo consciente personal al nivel de la comunicación social.

Aquí juega vital papel la percepción de la “objetividad”, aplicando con lógica no únicamente racional, formativa, emocional y expresiva sino de tacto sensitivo el hecho de no lastimar al entorno con actitudes, posiciones o acciones que se pueden desenvolver de una manera más sutil sin necesidad de lastimar y a la inversa si se logra entender la no contradicción, la concreción existencial, el conocimiento aplicado en sabiduría, allí se alcanza el nivel de concebir, aceptar, cambiar de posición si fuera el caso o de convencer al que piensa distinto a él, con la mejor arma de la humanidad llamada amor, mediante la adecuada argumentación, en ese momento se concreta la creación.

Finalmente para ser feliz se necesita tener una autoestima sana, fuerte, equilibrada y actuar con la vital asertividad procedente del proceso conjuntivo, producido en armonía paralela entre el coeficiente intelectual y el coeficiente emocional.

Jim Morantes

 

@JIMMORANTES